El centro en política, sólo para los que creemos en él, es sinónimo de moderación, sentido común y voluntad para llegar a acuerdos. Digo para los que creemos en él porque las personas ubicadas a uno y otro extremo a menudo cuestionan su existencia, eso si, suele ser siempre justo después de utilizar aquello de la escala de grises, tela marinera.

Hay que recordar que esta idea, fue la que hizo posible nuestra transición, fundamentalmente porque en aquella época, las desconfianzas entre los polos opuestos propició que el pueblo optase por el término medio o lo moderado, encarnado en la figura de Suárez.

En nuestra vida cotidiana recurrimos habitualmente a estos valores de acuerdo y pacto, y además de destacarlo siempre como virtud de los que lo utilizan, lo echamos de menos en aquellos momentos en los que resulta imposible ponerlo en práctica, sea el ámbito que sea.

Me atrevo a generalizar que la mayoría de la población percibe el centro, políticamente hablando, como algo positivo, aglutinante y necesario.

Pues bien, los partidos del panorama político actual, en otro alarde de desvinculación con los electores, recrudecen su mensaje cada vez más, posicionándose intencionadamente en un extremo o en el otro, con el objetivo de marcar el territorio y ser los más guapos en unos casos o por el contrario, los más simpáticos en otros.

Esto conlleva, por cuestiones de la materia, que el espacio del centro político por el propio desplazamiento citado, quede sólo para los que quieran ocuparlo, aún digo más, para los que nunca nos hemos movido de él porque pensamos que en el término medio tenemos todos un punto de encuentro.

Es habitual escuchar como muchas personas echan de menos que la clase política llegue a acuerdos y de estabilidad a las instituciones, que prioricen el interés de sus partidos al interés general y que el no por el no sea lo habitual, en vez del debate productivo; aunque también es habitual que quien lo haga, lo pague, electoralmente hablando.

En el Partido Aragonés sabemos mucho de esto, de pactar por el interés de nuestra tierra, de dar estabilidad a las instituciones y de ser fieles a nuestro territorio, llevamos toda la vida haciéndolo. En el periodo de crecimiento económico y social más importante de de nuestra Comunidad, donde se han llevado a cabo los principales proyectos estratégicos para Aragón a lo largo de varias legislaturas, sólo se encuentra un denominador común, el Partido Aragonés.

En tiempos difíciles, incluso los han utilizado para atacarnos políticamente, pero con el paso del tiempo, de los gobiernos y de las comisiones de investigación, la única realidad que se puede palpar es que los proyectos por los que se sigue apostando son aquellos que puso en marcha el PAR y que todas las dudas y sombras que se sembraron sobre la legalidad de la gestión del Gobierno de Aragón en aspectos como Plan de depuración de Aguas o Sarga, han caido en saco roto. El que quiera excusas para seguir atacando, ya le recuerdo lo de la Muela, y que nos sigan juzgando por la actuación de una persona que nos representó, no sea que ya no se acuerden de este caso y se les acaben los argumentos.