Geográficamente hablando el corazón de nuestra provincia es la comarca de «Cuencas Mineras» no son pocas las veces que la he recorrido en busca de rebollones o para recorrer alguno de sus lugares, desvertebrada y paradigmática como pocas, encarna bien la realidad pasada y actual de la provincia, desde localidades de señorío e historia contrastada como Aliaga, a las Utrillas o Escucha prendidas a la luz del calor del carbón.

Sus paisajes son cambiantes, de los frondosos paisajes de Aliaga a la esteparia Muniesa. Singular como pocas, hoy sus gentes contemplan como casi toda la provincia el futuro con el vértigo propio de la incertidumbre, sus pueblos más mineros Escucha y Utrillas ya hace tiempo que padecen los males producidos por la descarbonización, de hecho ni les llegó la mentada transición injusta, son términos de nuevo cuño que ni siquiera existían cuando les empezaron a cerrar las minas o cuando muchos de los emigrantes manchegos o andaluces que llegaron para trabajar en sus minas ya estaban de regreso a sus localidades natales.

Los paralelismos de estos pueblos mineros con Escatrón por ejemplo, son una realidad confirmada y de Andorra con ellos, una probabilidad del futuro cercano.

No han desaparecido, cierto, todavía están vivos, aunque algunos hayan sufrido primeramente los males del éxodo rural y en los últimos lustros los del cierre del carbón. Su nuevo motor económico es una industria como la Casting Ros sin la cual no se concibe que esta comarca siga latiendo.

Al final es una realidad que debemos asumir, cuesta mucho, como en todo lo que tiene que ver con el sector del carbón, primero nos costó ver el cierre de minas y explotaciones a cielo abierto, luego fue el empecinamiento injustificado en que la omnipresente Central de Andorra iba a continuar hasta el final de los tiempos. Si bien esos mantras han sido paralizantes y perjudiciales, una vez asumida la realidad, también hay que decir que la reconversión y el futuro pasa de manera indiscutible por la instalación de alguna grande empresa o industria.

Soy el primero que ha defendido la diversificación basada en la pequeña empresa para la zona, pero cada vez también tengo claro que al discurso de muchos trabajadores o ex-trabajadores del carbón no les falta razón cuando reiteran que algún tipo de nicho de empleo grande debemos tener.

No les falta razón ni derecho, puesto que en un país que está construyendo una deriva total hacía un modelo de trabajo precario en el sector servicios, estamos reclamando poder seguir aquí y poder seguir para producir algo, lo hicimos y hacemos con la energía o los alimentos y lo queremos seguir haciendo. Un soldador o un mecánico tiene derecho ha querer seguir siéndolo, no queremos gato por liebre, no toda España puede vivir del turismo, querer quedarte en tú pueblo y trabajando de lo que sabes no es un delito, aunque medio país crea que ponerse de rodillas y ser lo que otros quieren es la única opción.