La fortaleza de una democracia se mide no sólo por la calidad de sus gobernantes, sino también por la calidad de su oposición. Es la oposición quien, a través de su control al ejecutivo, garantiza que éste no haga un uso arbitrario o discrecional del poder, al tiempo que representa a aquellos ciudadanos que entienden que las cosas se podrían hacer mejor de otra manera.

Por ello, no deja de ser llamativa la actitud que adoptó el equipo de gobierno con respecto a la oposición durante el pasado Pleno Comarcal en el que se aprobaron los Presupuestos para el ejercicio 2020- sí, leen bien, los Presupuestos se votaron en el mes de febrero en lugar de en diciembre, como establece la Ley. Lejos de explicar los motivos que justificarían el voto a favor de los mismos, prefirieron centrar el debate en desacreditar a la oposición. De esta manera, se produjo un paradójico intercambio de papeles por el que el PSOE y el PAR parecían estar llevando a cabo una sesión de control al principal partido de la oposición, y no al revés, como sería de esperar. Quizá esta actitud sea consecuencia de que hasta ellos mismos nos vean más capacitados para gobernar, lo desconozco.

Durante la sesión plenaria se nos afeó haber acudido a la prensa para criticar su gestión durante los meses que llevan en el gobierno, obviando que ésta es la principal razón de ser de la oposición: vigilar y cuestionar, si así se estima oportuno, las actuaciones de aquellos que detentan el poder.

Se nos recriminó también ser el único partido en votar en contra de unos Presupuestos que el propio portavoz del Partido Aragonés denominó como «poco ambiciosos». Habría que explicar en este sentido que, si estamos en la oposición, es precisamente porque defendemos un proyecto de Comarca distinto al de los partidos en el gobierno.

Pero lo que más llamó mi atención fue, sin ninguna duda, que se nos recriminara, como si fuéramos niños pequeños, nuestra actitud durante la sesión, confundiendo el debate político con un acto de deslealtad institucional.

Ante esta acusación, recurriré a las palabras que pronunció Pablo Neruda ante el Senado chileno cuando el Presidente Videla pidió su desafuero por criticar la actuación del gobierno de su país: «El Ejecutivo no es la patria, y criticar sus actuaciones o diferir de ellas, no es volverse contra la patria. Actuar contra la patria es aceptar sumisamente, callar o defender cosas indefendibles».

Desde el Grupo Popular de la Comarca seguiremos cuestionando con argumentos de peso y de manera respetuosa cualquier actuación que lleve a cabo el equipo de gobierno, sin que ello pueda ser considerado nunca como un acto de deslealtad institucional. Lo contrario supondría aceptar la máxima absolutista del «Estado soy yo» que no tiene cabida en un sistema democrático como el nuestro.

Silvia Casas – Analista política y concejal de Alcorisa PP