Pero, siendo el tren tan necesario, si no hay voluntad política nacional y regional de lograr territorios equilibrados, Caspe puede verse relegado a ser satélite de su vecino Alcañiz. Su proximidad, buena comunicación, y tener un alcalde con ideas y relaciones en Madrid, lo hace posible.

Cuando las comunicaciones eran malas (yo era niño) ambas pequeñas ciudades bajoaragonesas parecían esta muy lejos, y se desarrollaban a la par. No obstante el estar en diferentes provincias les creaba diferencias, pero no a favor de Caspe. Por ejemplo, la zona norte de Teruel necesitaba un hospital dada la mala comunicación con Teruel. Caspe, sin embargo, no sentía con la misma fuerza la necesidad hospitalaria al estar bien comunicada por ferrocarril con Zaragoza, donde había muy buena atención médica. Y así, durante mucho tiempo el tren de Caspe a Zaragoza por la mañana ha sido casi un tren para enfermos; ademas de para trabajadores de los pueblos del trayecto.

La solución para romper ese desequilibrio en servicios entre Caspe y Alcañiz que le escuché al alcalde Sagarra de buscar la complementariedad entre ambas no se planteó nunca, sino que, al no haber un plan serio para aquello, cada alcalde ha aprovechado las ocasione que se le presentaban: Tomemos como ejemplo la UNED (con alumnos de alcañiz) creada en Caspe, que ahora peligra al contar en breve Alcañiz con otra, fruto de la batalla dada en Teruel por su alcalde. Estamos en manos, pues, de decisiones políticas y del sabio hacer, y como se decía antes, «el que más chufle, capador».

A Caspe se la están comiendo por los pies. Los proyectos caspolinos no tienen ambición, por lo que nunca generaran grandes frutos de cara al futuro. El caspolino (al menos el político caspolino) -parece ser-se contenta con poco. El ciudadano caspolino medio tiende a hacer también poco, y, sin embargo, tiende a quejarse de todo lo que se hace. El caspolino no asiste -como sería de esperar, ya que es tan crítico- a manifestaciones reivindicativas como la del ferrocarril. El caspolino medio espera a que le hagan las cosas desde las instituciones: «para eso estan» dirá), y estas llevan mucho tiempo que no hacen más que promesas (antes de las elecciones, por lo general) que no se cumplen, como la del Dique Seco.

Mientras que el alcañizano lo aprovecha todo, venga de donde sea. En eso son como los franceses, que hacen suyos a quienes triunfan en su tierra, sin tener en cuenta dónde nacieron.
Además, a Alcañiz el PAR le montó nada menos que un Circuito deficitario, pero que acabará saliendo adelante porque la inversión ha sido tan grande que habrá que buscarle solución.

Alcañiz se apunta a todo: al Compromiso de Caspe con la Concordia o a los festivales de teatro (que, recuerdo, comenzaron en Caspe). Con los que demuestran ser inteligentes.
Caspe, espabila. Caspolino, apoya las buena ideas, vengan de donde vengan: el ferrocarril, o la cultura; o créalas tu. Dejemos de pensar sólo en «los destrozos de los gamberros» y en que «hay muchos forasteros por las calles» y concibamos ideas ambiciosas con futuro. Yo confío en que Casa Bosque y la restauración del Convento de San Agustín sirvan para ello. Seguro que algún lector caspolino ya está llamándome iluso y riéndose.

Alejo Lorén