Hace ya tiempo escribí un artículo hablando del peligro que supone jugarse el futuro económico de todo el Bajo Aragón histórico a la baza del monocultivo de la energía, los parques solares y eólicos.

Sin duda apoyo la llamada «transición ecológica» porque ya va siendo hora de cuidar nuestro planeta eliminando la producción de energía con materiales fósiles, carbón y petróleo, y sustituirla por producción de energía limpia, eólica y solar.

Nuestras comarcas son zonas más que favorables para la instalación de plantas de producción de este tipo de energía limpia por sus magníficas condiciones de viento y horas de insolación.

Nuestros montes se están llenando de parques solares, miles de placas fotovoltáicas crecen como setas en nuestro secano con el consiguiente abandono del cultivo de esas tierras por sus propietarios.

Posiblemente a muchos de ellos les suponga un incentivo económico difícilmente rechazable, como también lo supone a los ayuntamientos que así mismo arriendan sus tierras públicas para la instalación de los parques.

Ahora bien, esto puede llevar a abandonar planes de futuro para nuestra agricultura como son la elevación de aguas del Ebro y las concentraciones parcelarias en marcha.

Proyectos que conseguirían hacer mucho más competitiva la agricultura de nuestro Bajo Aragón como ha ocurrido en zonas próximas como Bujaraloz o Sariñena, donde un mar de aspersores inunda sus tierras convirtiéndolas en un oasis en medio del desierto de los Monegros.

El abandono del cultivo de las tierras puede llevar aparejada la marcha hacia la ciudad de sus propietarios incrementando con ello la evidente despoblación que sufren nuestros pueblos.

Los ayuntamientos tienen la obligación de gestionar los ingresos que van a generar los parques solares, tanto por arrendamientos como por el cobro de los impuestos generados, para dinamizar y diversificar la economía de sus pueblos intentando atraer proyectos y empresas que se instalen en ellos ayudando a frenar la despoblación que sufren.

Manolo Gómez – GANAR Híjar