El informe que analiza la incidencia de los planes MINER en Aragón ha copado portadas y ha abierto informativos esta semana. Y es que las cifras hablan por sí solas. Más de 400 millones de euros en subvenciones en 20 años que no han logrado frenar la despoblación en los pueblos mineros. ¡Qué dato más goloso para comenzar una de esas conversaciones de barra que dan para rato! La charla continuaría responsabilizando a los políticos -sin excepción- de tamaña afrenta. Millones y millones para abrir piscinas en pueblos minúsculos y alguna «perra al bolsillo».


Pues déjenme, desde estas líneas,defender que el MINER también ha traido cosas positivas. Pueden preguntar en la escuela de Albalate, en el polígono industrial de Calanda o a los trabajadores del Balneario de Ariño. Si bien es cierto que se han hecho muchísimas cosas mal no es menos cierto que el MINER ha servido para acometer obras y servicios que de otro modo aún estaríamos esperando. Este plan ha traido depuradoras, instalaciones deportivas y hasta se ha rehabilitado patrimonio que ha mejorado nuestros pueblos. También ha servido para incentivar a pequeños empresarios y apoyar nuevas inversiones.


Creo que es el momento de recopilar todas las experiencias positivas, analizarlas y defender que sean ellas las que marquen la hoja de ruta del próximo Plan. No se si se llamará MINER o cómo; pero tendrán que aprobarlo con el compromiso de no caer en los mismos errores y con garantías de éxito.

María Quílez