Todos quieren lo mejor para su pueblo. Todos presentan proyectos que llevan tiempo en el deseo colectivo. Todos reclaman el dinero que proporciona el Gobierno Central, procedente de lo que recauda el Ministerio de Hacienda del momento, o de los Fondos Europeos.
Todos prometen con vehemencia y largueza; aún a sabiendas de que, en muchos casos, no van a poder cumplir.
Son las campañas electorales, la gran «feria de los partidos», en la que, mitin a mitin, pregonan y pretenden vender su mercancía, en forma de proyectos e ideas nuevas y magníficas.
Yo les recomendaría prometer cosas sencillas, que se puedan llevar a cabo.
Por ejemplo, en Caspe; cuidar los jardines; plantar árboles; una campaña para concienciar a la ciudadanía (autóctona y foránea) de mantener limpias e higiénicas las calles. Todo cosas sencillas.
Supongo que, siendo Caspe un pueblo agrícola, lo de los jardines sería fácil, pues alguien habrá que pueda asesorar y formar a los jardineros de plantilla, que, con la colaboración de un paisajista (ahora que hay tantos arquitectos en Caspe alguno habrá que sepa de la materia) renueve y promueva jardines dignos de disfrutar.
Podrían, también, hacer y financiar un plan de arreglo y cuidado de fachadas, considerando los colores y materiales apropiados, dejando así un pueblo atractivo que sería visitado y recorrido con gusto.
Quiero desde aquí felicitar a todos los que en Caspe han dado el paso de ir en una lista municipal. Creo que, tal como algunos conciben la democracia desde determinadas instancias del actual Gobierno, hace falta coraje y valentía para definirse y significarse en un pueblo. Creo que vivimos en un momento ideológico en que el ambiente político está lleno de sectarismo y de un maniqueísmo que propicia el enfrentamiento consecuente.
De un lado totalitarios de ultra izquierda, de otro patriotas trasnochados de ultra derecha.
El domingo 28 iremos a votar libremente (estamos en una democracia, la de 1978), y si hablo así es porque en los mítines no hemos dejado de escuchar sino descalificaciones radicales de ideas; posturas irreconciliables. Cuando lo que deberíamos tener en cuenta a la hora de votar (y más siendo elecciones para gestionar Ayuntamientos y Comunidad) son los proyectos que plantea cada cual, su viabilidad e idoneidad, la capacidad de los candidatos, su trayectoria anterior. Y elegir en consecuencia. Porque lo que ha quedado claro escuchando a unos y a otros es que todos quieren «lo mejor para Caspe»; y creo que el elector, también.
A reflexionar y buen fin de semana.
Alejo Lorén. De cal y arena