Me pregunto si no estaremos asistiendo -sin saberlo- al anunciado Apocalipsis. Y mucho menos divertido del que imaginó José Luis Cuerda en una de sus mordaces e imaginativas películas. Los cuatro jinetes que aparecen en la profecía del fin de los tiempos están actualmente presentes en todos los telediarios. De acuerdo con algunas interpretaciones son símbolos de Conquista, Guerra, Hambre y Muerte. Leo que el primero viaja en un caballo bayo y será el responsable de declarar la guerra; el segundo, en uno royo, traerá miles de muertes, el tercero, color tizón, hará que aparezca el hambre, y el cuarto, amarillo como la pus, habrá originado la peste.

La peste -en su variante vírica de la Covid19- la tenemos ya en el planeta Tierra procedente de China desde el 2019, y ha dado origen a confinamientos en todo el mundo desde el 2020. Con ella comenzó la tragedia socio-sanitaria y económica que se está representando desde comienzos del 2020. La mascarilla -que oculta y protege-es ya símbolo universal de la impotencia y falta de seriedad del ser humano. Es como un bikini para la boca, un pedazo de tela con gomas para taparnos la sonrisa.

Y poco -parece ser- pueden hacer aquellos viejos Santos de escayola y purpurina que nos protegían y libraban de la enfermedad si hasta las Misas se celebran con el susodicho tapabocas y «distancia social». San Roque, el santo de Montpellier copatrón de Caspe, dormita en un rincón junto a su perro, desolado, impotente e incrédulo, soportando el dolor de sus purulentas llagas con cristiana abnegación. Es tan grande su perplejidad por lo que ocurre, que no siente el escozor causado por las pústulas en sus muslos y brazos desnudos.

El teocrático Afganistan, con terrorismo ISIS y la barbarie taliban, nos hace volver la vista -esa que se cela con el burka-a ese lugar del mundo situado entre Europa y Asia, situado en inhóspito paisaje.

Horrorizados al recordar lo que hicieron no hace muchos años, ni siquiera entran ganas de sentarse en el sofá y ver la televisión.

En ella vemos en cada segundo muertes, unas reales y otras fruto de una ficción que hace tiempo se quedo corta respecto a la realidad: el 11 de Septiembre, de próximo aniversario.

Y si miramos hacia África vemos el caballo del hambre cabalgando impertérrito con el eufemismo de malnutrición. Y si giramos la cabeza hacia las tierras de Cristobal Colón, Américo Vespuccio o el padre De las Casas aparece la desigualdad, la pobreza, la injusticia, la disensión; comadres todas de grandes males.

Desbocados, pues, veo a los cuatro jinetes del Apocalipsis cabalgar a sus anchas trayendo todos, en definitiva, desgracia y muerte.

Alejo Lorén