Decidió entrar en la bodega para comprar un tinto. El bodeguero le invitó a probar unos cuantos, con queso de la zona. Todos le parecieron buenos vinos. Se decidió por un crianza. A los días, invitó a su amigo Ángel y abrió una de las botellas, sacó dos copas, vertió más o menos la misma cantidad en cada una. Mirándose a los ojos, brindaron. Después del primer sorbo, Guillermo decidió retirar la botella, las copas, y diciendo: «Me la han dao con queso», abrió una del Mas de Torubio (estas no fallan) para agasajar a su amigo Ángel. Nunca más bebió de aquel vino que le hicieron probar con queso.

Las estrategias mercantiles se dan en todos los lugares, y no es raro que te la den con queso. Este queso está en cualquier sitio. Cuando compras por internet algo que no conoces y sólo tienes, como guía, la foto, esa foto es el queso. Te la pueden colar cuando compras una guitarra de segunda mano: el queso suele ser su aspecto. También cuando vas a ver una película o cualquier espectáculo: su promoción, su publicidad o su reparto, es el queso. La gente que vende es muy diestra y utiliza cien estrategias para poder colocar su producto, y si han de hacerte probar el vino con queso, pues lo hacen.

Cuando Ángel se fue, Guillermo, aún disgustado con el asunto, se deshizo de la caja de vino que había comprado días atrás en la bodega, donde se lo dieron a probar con queso. La verdad es que, en muchas ocasiones, el engaño no tiene vuelta atrás, y no puedes aprovechar lo que has adquirido. Si el espectáculo no fue lo que esperabas, si la guitarra de segunda mano no era como esperabas, si el jersey que compraste por internet se ha encogido al lavarlo, no puedes hacer otra cosa que lamentarte.

Guillermo, amigo, cuando estás enfadado por algo no es buen momento para tomar decisiones. No debiste tirar ese vino. En este caso, el engaño, tenía solución, ya que si el vino te gustó cuando lo probaste con queso, podrías haberlo consumido acompañado de queso. Cuando hubieses ido a comer un buen Escresola de Peñarroya de Tastavins, te podrías haber abierto una botella y, ya, solucionado.

«No siempre podemos cambiar los hechos de la vida, pero podemos cambiar la manera en que los interpretamos». Lou Marinoff.

Ángel Fernández Balasch. Asomado a mi ventana