El otro día descubrí una historia que desconocía. Versa sobre un periodista italiano de «La Vanguardia» que quedo prendado de nuestra tierra, allá por los años setenta. Giorgio Della Rocca que así se llamaba o se llama (pues apenas he encontrado referencias actuales sobre el) publicaba una sección en «La Vanguardia», llamada «La España insólita» supongo que el titulo le venía del conocido documental de mitad de los años sesenta que mostró tradiciones y lugares de la España más desconocida.

De la mano de la persona que posiblemente más ha hecho por traer visitantes a nuestra provincia, el señor Miguel Gargallo (condecorado a titulo póstumo con la medalla al merito turístico en estos días) Giorgio comenzó a publicar su serie de reportajes sobre Teruel. No deja de llamar la atención su poderoso lenguaje culto, su sencillez a la hora de definir el territorio y su embelesamiento absoluto de los lugares que visitaba y gentes que conocía. Tanto es así, que no dudaba en proponer ideas para sacar adelante pueblos sobre los que ya caía inexorablemente la espada del abandono y despoblación.

Se recorrió el Maestrazgo, el Matarraña o buena parte de la Cuenca Minera, publicitó espacios como el Monasterio de la Virgen del Olivar o narró las fiestas de Gargallo, de hecho veo que se asentó en Calaceite y público varios libros sobre Teruel. Nunca ha dejado de llamarme la atención como nos ven los que son de fuera y he de reconocer que me quedo gratamente sorprendido, pues atiendo a mucha gente que viene de otros lugares y Teruel de una u otra manera siempre engancha.

Soy consciente que hay temas de más rabiosa actualidad, como el inminente y acelerado cierre de la Central, pero no podía dejar de mencionar la curiosa historia del periodista italiano que nos ayudo a que se conociera más la provincia perdido por nuestros parajes, en un tiempo en el que no había tantos medios y formas de promocionarse como ahora.
Éramos la España insólita y supongo que en cierto modo seguimos siéndolo, así que la labor de difusión de la provincia sigue más vigente que nunca. El otro día sin ir más lejos, descubrí nuestro particular cañón del colorado, la rambla de Barrachina, a pocos kilómetros de Teruel. Tenemos muchos y muy diversos espacios, en naturaleza o patrimonio.

Y aunque las carencias siguen siendo palpables, nadie puede negar que Teruel aún con todo, tiene muchas cosas mejores que la época de aquellos reportajes, empezando por algo tan simple como el agua potable. Parece mentira pero no fue hace tanto cuando había pueblos que todavía no tenían agua más que en la fuentes o el asfalto era todavía una quimera futurista en muchas calles de los pueblos.

Hoy podemos enseñar más y mejor lo que tenemos que no es poco y no podemos desfallecer en la labor de recordar, que merece la pena venir a conocer este territorio.

Víctor Puch