No hay que echar la mirada muy atrás para recordar cuando el futuro del Fondo de Inversiones de Teruel pendía de un hilo. Cada año la renovación del fondo era una noticia aplaudida y luchada porque el mero hecho de ser un cuantioso recurso de financiación único en España despertaba suspicacias, especialmente tras los años más duros de la crisis económica de 2008. Por eso no debemos normalizar su mantenimiento. Es un hecho de justicia mantener el FITE para compensar los agravios que supone para la provincia de Teruel la infrarepresentación en otros fondos de ayuda territorial. Su base es la solidaridad interterritorial desde 1992. Durante los últimos años no hay duda de su continuidad, lo que permite otorgar una importante estabilidad a los proyectos estratégicos, a las inversiones públicas y también privadas. No se debe normalizar que esos 60 millones continúen como si fuese algo sencillo, porque no lo es. Tampoco es fácil haber conseguido recuperar las partidas inejecutadas durante los últimos años. El fondo de 2021 tendrá 60 millones y otros 2,5 pendientes, todo un logro muy reivindicado y que cabe aplaudir. La labor del Gobierno de Aragón y en especial de la consejera de Presidencia, la turolense Mayte Pérez, ha sido clave en este sentido. También para recuperar la plurianualidad de los proyectos de gran envergadura. Pero sin duda una de las aportaciones más importantes introducidas este año ha sido la participación de los agentes sociales de la provincia turolense, una reivindicación histórica que por primera vez han visto cumplida. El FITE es la mejor herramienta para impulsar la competitividad de las comarcas turolenses. Su distribución para que llegue a todo el territorio es clave, y ahí reside el principal reto. El hecho de que prácticamente todos los proyectos estratégicos se sitúen en Teruel y reciban una inversión superior a quince millones de euros resulta preocupante. Para el Bajo Aragón sólo habrá 1,7 millones dedicados a Technopark. El resto de la distribución de líneas de financiación, que se irán desgranando a través de convocatorias en concurrencia competitiva, está por ver en buena medida. Sin embargo, que no haya ningún planteamiento público de gran inversión para el desarrollo del Bajo Aragón, Andorra Sierra de Arcos, Matarraña o Bajo Martín hace saltar las alarmas en este territorio. Existen importantes posibilidades de desarrollo, especialmente ligadas al tejido agroindustrial, pero no solo. Las infraestructuras hidráulicas, los proyectos educativos o las propuestas de i+d+i también son un espacio a explorar. Hay proyectos que llevan tiempo en los cajones y que convendría desbloquear para lograr un desarrollo equilibrado de todo el territorio, especialmente de las zonas más vulnerables. ¿Acaso no es el objetivo del FITE? Extraña no escuchar más voces que se muestren preocupadas por este crecimiento desigual.

Editorial.