Cuando hace semanas una buena mujer de 59 años fue agredida sin motivo aparente en el Coso por un joven de 23 años, algo quedaba sin explicar: el motivo por el que esa persona había actuado así.

Las familias suelen ocultar sus problemas. Los pueblos, que son como una gran familia, hacen lo mismo. Y Caspe no es diferente.

Por otra parte, los asuntos privados, en los pueblos, van de boca en boca: el cotilleo abunda; pero públicamente no se habla de ciertas cosas. Es la actitud del avestruz: meter la cabeza en un agujero para no ver la realidad. Proceder que no sirve para nada.

Cuando hay un problema o un conflicto; como cuando se tiene una enfermedad; lo primero para solucionarlos es conocerlos; diagnosticarla. Los caspolinos reconocen en privado tener un problema, pero no hablan de él de forma pública. En la última columna de Miguel Caballú en este periódico (tan cuidadoso él a la hora de hablar de problemas) al hacer la relación de los que acosan a Caspe, lo cita: las drogas.

Desgraciadamente en la Ciudad del Compromiso hay muchos jóvenes (y no tan jóvenes) que consumen drogas; hay cultivo de marihuana para uso privado; se venden esas substancias en la calle o en ciertas casas, de forma incluso poco discreta. Y «todos lo saben», pero «nadie lo denuncia», «nadie hace nada». Esto es, al menos, de lo que se quejan en privado cuando hay confianza; esta es la causa (el consumo de drogas) que encontré cuando quise saber por qué del extraño proceder del joven agresor del Coso.

Es la Guardia Civil la encargada de vigilar si se cumplen las leyes relacionadas con esos asuntos; y lo hacen, pero seguro que les faltan medios para hacer más. Por otro lado, nadie denuncia lo que dicen «ocurre en Caspe»; y es que en un pueblo «todo se sabe» y temen por las represalias. El miedo a denunciar es comprensible, y más con el asunto del joven Kamal en la memoria.

Recuerdo la primera vez que vi una redada en Caspe. Fue en La Zona en los años 80, cuando ésta tenía mucho esplendor, con su Kaiser, Mi calle y cuatro o cinco ‘pubs’ más. Fue para mi una sorpresa ver que también en mi pueblo se consumían drogas, pues si había redada era consecuencia de ello. Si las drogas son un gran negocio es porque hay muchos que las consumen, pensé; y, cosa que dicen ocurre en Caspe, se ofrecen estas sustancias a muy jóvenes y a veces en zonas cercanas a centros escolares. Verdad o mentira, es lo que te cuentan algunos.

Ha tenido que ocurrir la agresión de una de esas víctimas del consumo de sustancias psicotrópicas (casualmente marroquí) a una mujer para que el problema del consumo de droga en Caspe se haya puesto de manifiesto. La misma víctima de la agresión lo ha dejado muy claro al hablar del agresor: «es un pobre chico que lo que necesita es un tratamiento de desintoxicación». Algunos caspolinos sólo han mirado el origen del agresor, pero no la causa que propició que alguien de 23 años ataque a una mujer de 59, sin más. Pero sí había un más: el estar drogado, cosa que enajena y crea paranoias. El consumo de drogas fue la verdadera causa, y ello es lo que debe combatirse y a lo que hay que dirigir los análisis sobre gran parte de la violencia en Caspe.

Alejo Lorén