Hace unos días comencé 'The handmaid's tale' y es algo que te remueve por dentro. Transmite una sensación de desasosiego, incomodidad… y rabia. La historia está contada a través de los ojos de una mujer, June, a la que se le despoja de toda su identidad (incluido su propio nombre) y se la reduce a la imagen de un útero fértil, cuyo único objetivo en la vida es engendrar. Como ella, hay más mujeres a las que se las conoce como Criadas. Todo esto bajo la dictadura de unos fanáticos religiosos que se denominan a sí mismos 'Los hijos de Jacob'. Casi nada.

Es una serie de ficción que está basada en el libro homónimo de la canadiense Margaret Atwood (1985) pero aun así no deja de inquietarte la forma en la que está narrado y las fases en las que destruyen el mundo anterior -es decir, en el que vivimos nosotros- y se sumergen en esta teocracia. Pero sobre todo inquieta la forma en la que están sometidas las mujeres. Se las trata como a niñas, como a unos seres humanos inferiores en capacidades e inteligencia, como a alguien que se ha de proteger porque por sí mismas sería imposible. ¿Y no vemos parte de estas referencias también en la vida real? De hecho, Atwood, para su libro, se basó en la desaparición de los derechos de la mujer en Irán tras la Revolución Islámica de 1980 y los patrones antifeministas que surgieron en la misma época en Estados Unidos.

No nos resulta tan lejano ni improbable a la realidad en la que vivimos. Eso es lo realmente inquietante.