Vista la polémica, desatada desde la semana pasada, con la noticia de la existencia de un proyecto de construcción de parques eólicos en varios municipios de las Comarcas del Matarranya y el Bajo Aragón-Caspe, especialmente con la reacción de la Asociación de Empresarios del Matarranya y con la recogida de firmas contra la masificación eólica en el Matarranya que se ha abierto en Change.org, me he decidido a escribir estas líneas.

Con este escrito mi intención no es entrar en el fondo del asunto, o sea en la discusión Parques Eólicos si o no, ya que considero que es una cuestión que requiere una reflexión mucho más tranquila, pausada y con mayor información de la que se dispone en estos momentos.

Mi propósito es poner de manifiesto el malestar que me han generado las opiniones sobre este asunto, provenientes fundamentalmente desde la parte alta de la Cuenca del río Matarranya, con un visión egoísta y unidimensional, abordada exclusivamente desde el punto de vista del sector turístico, sin tener en consideración ni la realidad actual, ni las necesidades del resto de municipios que componen la Comarca. Estas opiniones adoptan una inequívoca posición de negación y rechazo absoluto hacia los proyectos eólicos, lo cual desde mi parecer es, como mínimo, una posición temeraria, más teniendo en cuenta la situación de nuestros pueblos, en constante retroceso demográfico, y que por tanto no se pueden permitir el lujo de rechazar un proyecto, sin, ni siquiera, valorar concienzudamente los pros y contras que tiene el mismo.

También me resulta curioso observar las diferentes varas de medir. Como con este proyecto, que físicamente afecta de forma exclusiva a una parte de la Comarca, se considera necesario abrir un debate comarcal, en el que todo el mundo pueda opinar, independientemente del pueblo donde viva, y en cambio otras iniciativas, como por ejemplo la regulación del acceso al Parrisal y la Pesquera o la creación del Parque Natural, sean consideradas como proyectos locales, en los que el resto de habitantes de la Comarca no tenemos derecho a opinar.

Destacar también la perplejidad que me genera que a ciertas personas o entidades, como la Asociación de Empresarios del Matarranya, solo les molesten los molinos, los regadíos o incluso las campanas, pero en cambio no les molesten ni las granjas, ni el olor que desprenden las mismas. Me da que pensar que hay ciertos sectores a los cuales es mejor no molestar, no sea que alguien se enfade.

En definitiva, con estas líneas solo quiero expresar mi visión personal sobre este asunto, y al mismo tiempo incentivar a los habitantes de los municipios de la parte media y baja de la Cuenca del rio Matarranya a no quedarnos callados, a decir basta, a decir que estamos hartos que otros quieran decidir por nosotros y sin tenernos en cuenta, sin buscar confrontación, ni enfrentamiento, pero dejando muy claro que sobre nuestro territorio, somos nosotros los que decidimos, y sobre nuestro futuro también.

Carlos Celma San Nicolás, Massalió.