Contempló con sumo gusto el gesto de los cuatro chicos alcañizanos que animados por el bien común y con buena disposición, limpiaron algunas de las pintadas que fueron realizadas por algunos inconscientes en Alcañiz.

Estamos asistiendo especialmente en las últimas semanas a un linchamiento social al colectivo de la juventud, si bien es verdad que se ajusta en parte a la realidad, ver el gesto voluntarioso de estos cuatro chicos, por pequeño que sea, da hasta gusto.

Los jóvenes son y serán esperanza imperecedera en todos los lugares, los dueños del futuro que deberán construir y estas generaciones venideras, van a ser las primeras en muchos años que van a recibir un país peor que la generación anterior. Que no se nos olvide cada vez que juzgamos sus actitudes y comportamientos.

Confieso que a mis treinta y un años, siento que pasé hace ya algunos días de ese lado de la vida, al de la responsabilidad, responsabilidad en el sentido de ser culpables directos del empeoramiento progresivo del país. Queremos unos chavales maravillosos, luchadores, responsables o conscientes del momento que vivimos y me pregunto : ¿qué les hemos dado nosotros?

Precariedad laboral, una política que da literalmente asco, gente mayor que brama barbaridades, la intolerancia galopando como caballo libre por la pradera, la cultura reducida a su mínima expresión, sin alternativas de ocio que no sea la fiesta, hasta el deporte lo hemos enfangado cuando ves mafiosos como Tebas desvirtuando todo aquello que debería significar el deporte. Hasta en lo más cercano, me da miedito pensar que algún chaval le da por leer a nuestros alcaldes o alcaldesas, vaya ejemplos.

Y de eso precisamente adolecen, de buenos ejemplos, de referentes, y con referentes no me refiero a los deportistas millonarios disfrazados de falsa humildad, pero la culpa no es de ellos, la culpa es de los que hemos pasado antes que ellos. Sí, tendrán referentes en sus familias sin duda, pero voy más allá de eso, voy a referentes generales, a gente de buenos valores en las que se puedan reflejar.

Hoy bajo estas circunstancias y esta estigmatización, es aplaudible, esos gestos, sorprendentes y que bien fomentados no serán aislados.

La juventud tiene necesidades, tiene inquietudes, pero hay que darles una mano amiga y comprensiva, no tanto reproche, porque no nos nos olvidemos que ellos también saben encender la televisión y ver la corrupción, ver a personas convertidas en orangutanes discutiendo en el Congreso o ver como hay tantos privilegiados mientras en sus fueros internos ya va subyaciendo la idea de que para ellos no será nada fácil o que tal vez hasta de su país tendrán que salir para encontrar una vida mejor.

No hay una directriz clara respecto a ellos y sin darnos cuenta estamos olvidando a los que deberán regir el futuro, a los que les deseo la máxima suerte y espero que ellos sí puedan legar algo mejor a lo que se encontraron, porque nosotros en ese sentido, estamos fracasando.

Víctor Puch