Hasta hace tres meses, la palabra epidemia no figuraba de manera cotidiana en nuestro léxico ni tampoco afectaba de una manera inmediata en nuestros códigos cotidianos, de un tiempo a esta parte. A pesar de haber tenido en este siglo XXI diferentes episodios infecciosos como el Ebola, el SARS, gripe aviar o porcina, el desarrollo médico y científico logró frenar el avance de las pandemias y el fantasma de la peste negra o se quedó para el estudio de la historia y la medicina. Como comprobarán, este estado actual nos ha obligado a revisar ciertos esquemas de nuestra vida, y por tanto, les invito a navegar por los hechos de la historia.

La historia de la humanidad hasta hace muy poco ha estado ligada a la convivencia entre el hombre, la guerra y la peste , siendo los ratones los agentes transmisores y protagonistas de las maldiciones divinas. El relato más antiguo sobre la peste lo referencia la Biblia y más específicamente en el libro 6 de Samuel, los Filisteos arrebataron el arca de la alianza a los israelitas y estuvo siete meses en territorio propio. Como castigo, una gran plaga cayó sobre ellos y los sacerdotes filisteos enviaron el arca de la alianza a sus propietarios y como reparación decidieron entregar «cinco tumores de oro y cinco ratas de oro según el número de los jefes de los filisteos, porque la plaga fue la misma para vosotros que para vuestros jefes».

Como comprobarán, las pandemias no entendían de identidad ni género y golpeaba de una manera bruta a todo el conjunto de la población. El Dios malvado había dictado sentencia.
De todas las enfermedades contagiosas, la peste negra no ha sido la más mortífera, pero quizás ha sido la más temida o mas bien, aquella que ha marcado huella en la sociedad tardomedieval, o incluso en la sociedad moderna . La península de Crimea era en el Medievo un territorio neurálgico en el comercio entre Asia , el norte de Africa y el Mediterráneo y de nuevo, el castigo de Dios produjo el desastre y la aniquilación. El cronista Italiano Gabrielle de Mussis sitúa al territorio de «La Horda de Oro», el territorio uzbeco de Rusia Meridional como el lugar de propagación de la peste y culpa a los tártaros que en esos momentos estaban asediando el emplazamiento cristiano de caffa . Dice así: «ordenaron colocar a los cadáveres sobre las máquinas de asedio y lanzarlos sobre la ciudad de caffa dentro de las murallas. Pronto se infectó todo el aire y se envenenó el agua y se desarrolló tal pestilencia que apenas consiguió escapar uno de cada mil». Esta crónica parte real y en gran parte exagerada eludía los importantes problemas higiénicos que se derivaban en los emplazamientos y en las ciudades del Medievo y que en gran parte provocaba que el ejército invisible de la peste negra fuera avanzando por Eurasia.

La revolución humanista consiguió cambiar el curso de la historia y Europa fue el foco referencial de ese cambio. Los numerosos avances científicos, artísticos y sociales produjeron que el hombre por primera vez pudiera abrirse un camino propio a través de la razón y el conocimiento, lejos del castigo divino. No hay sólo fe en Dios sino fe en el hombre y en el desarrollo personal para aumentar su capacidad de libertad y progreso ¿En qué momento histórico nos ha pillado el coronavirus?

El humanismo ha sido sustituido por el dataismo- término acuñado con éxito por Yuval Noah Harari,-que nos ha conllevado a dejar de lado el humanismo y la razón en beneficio del flujo y procesamiento de datos como elemento central de nuestras vidas. El big data y el procesamiento de información ha inundado nuestras vidas, en el plena era analógica, se nos olvidó que eramos seres vulnerables y con una vida finita.

Estarán conmigo que ahora en pleno proceso de confinamiento hemos cedido al Estado parte de nuestra libertad, ya que ahora las cosas comunes a todos los hombres y mujeres tienen mayor importancia que las peculiares, y lo esencial ahora es poner en común aquello que nos une y no lo que nos separa.

El filosofo Pascal subrayó que muchos infortunios del hombre venían como consecuencia de no tener la capacidad de estar sentado tranquilamente en una habitación, y quizás nuestra contribución al bien común en estos momentos pueda ser fomentar la capacidad de reflexión propia e individual.

Son momentos difíciles para todos, y el miedo nos acecha, pero les invito a pensar y poner en común aquellas preguntas universales que no pierden vigencia. ¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos? ¿ Qué queremos ser? ¿Cómo queremos progresar? ¿Qué modelo de sociedad vamos a legar a nuestros hijos?

Todas estas preguntas las podemos hacer en nuestras casas, sin prisas, pero sin pausas. Espero haberles servido de ayuda.

Jorge Abril – Historiador y concejal de Cultura y Turismo Ayuntamiento de Alcañiz