Todos hemos leído lo acontecido en Ejulve con una pareja de ciudadanos franceses que estuvieron cometiendo delitos durante varios días, la rocambolesca historia solo puede calificarse de surrealista, no me gusta abusar del término pero en este caso encaja a la perfección.

Todavía, pese al gravísimo triple crimen ocurrido en Andorra, no se ha generado la conciencia suficiente sobre lo que supone la inseguridad en el mundo rural. No nos entienden, recuerdo una conversación con un amigo zaragozano después de los asesinatos de Andorra donde me venía a decir que para qué pedíamos tantos guardias civiles si después no harían falta y además de que en muchas ciudades también faltaban policías… no llegan a comprender que el tema va más allá de los fríos números, va de sensaciones y la de inseguridad es una de las más terribles, la puedes sentir igual en el Raval de Barcelona que en una masada de Ejulve, con la diferencia que en Barcelona puede llegar un policía en cinco minutos pero en Teruel puede ser en horas.
Actúan con impunidad porque saben que las leyes dejan mucho que desear y porque también saben que no es cuestión de minutos que llegue la Guardia Civil. Pongo el ejemplo de que hace años que no me atrevo a pasar una noche solo con mi pareja en el caseto, porque al menos yo no me siento seguro.

Hemos sufrido una retahíla de situaciones esperpénticas, atraco en bicicleta en Calaceite, el otro día lo de Ejulve, con el agravante hiriente de aprovecharse de la buena voluntad de nuestras gentes o episodios que todos conocemos de robos en casetos, desde placas de la luz a jamones.
Las condiciones de despoblación y dispersión de cuarteles han favorecido a que muchos malhechores campen a sus anchas en nuestra provincia y dejemos claro que lo que sucedió en Ejulve no es ni de lejos un hecho aislado es la sistematización de la impunidad y la inseguridad en Teruel, la cara del ladrón de Ejulve riéndose dice más de lo que pensamos.

Y todo esto añadido al doloroso agravio que vemos todos los días, vecinos que fueron multados por ir al huerto, tienen que ver ahora desde manifestaciones de la pijo borroka a entierros multitudinarios, creando todavía más la sensación de que nos tratan como tontos.

No me cansaré de repetirlo, estamos gestionados por gente que ni entiende ni mucho menos defiende la España rural. No cambio nuestro pezuño por lo que ellos tienen, como dijo Martí, el arroyo de la sierra me complace más que el mar, pero muchas decisiones no dependen de nosotros, no quiero que pidamos nada que no sea nuestro, ni ser en exceso quejicas, pero al menos que nos dejen vivir en paz, porque nadie puede decirnos que estamos obligados o que tenemos que aguantar que una pareja de desgraciados se pegue cinco días robando lo que les apetezca porque vivimos en pueblos pequeños, hemos dado durante mucho tiempo demasiado, para ahora recibir tan poco.

Víctor Puch