No miramos hacia quienes nos rodean y proceden de otros países. Nuestras calles, nuestros comercios, nuestros colegios, mercados, bares o campos están llenos de personas que viajaron al medio rural bajoaragonés en busca de una calidad de vida mejor. Sin embargo, la brecha racial y cultural sigue siendo muy importante en nuestro entorno. Apenas existen iniciativas para derribar las evidentes barreras que nos separan de quienes sin embargo están haciendo posible que sigan abiertas las puertas de muchos de nuestros servicios esenciales. Las trabas son lingüísticas y sociales, pero la principal muralla es la que no queremos derribar. Esos muros no existen para nosotros cuando viajamos al extranjero como turistas, y nada se pone por delante para que podamos llegar a nuestro destino. Conviene realizar una profunda reflexión en este sentido y llamar a nuestras instituciones a liderar procesos de integración que son más que urgentes.

En este sentido, cabe destacar cómo la comunidad rumana ha sabido unirse en el Bajo Aragón para integrarse de diversos modos. El mismo viernes inauguraron una exposición con dos artistas locales, y también han impulsado diversos actos para acercar sus tradiciones a la localidad en eventos públicos. Sin embargo, esa iniciativa habría de partir también de ayuntamientos y comarcas como responsables institucionales de esta integración. En el Bajo Aragón Caspe son ejemplo claro de los pasos a seguir en esta dirección. Han desarrollado eficaces planes de éxito, y la cena del domingo en la que participaron 400 personas ha vuelto a ser muestra de ello. Se organizó de la mano de la comunidad musulmana y el ayuntamiento de Caspe para dar la bienvenida al Ramadán y compartir alimentos de varias culturas gastronómicas.

Estos días, a las puertas de una Semana Santa cristiana que coincide con el comienzo de conmemoración de la revelación de los primeros versos del Corán de Alá a Mahoma, conviene ser autocríticos y aumentar nuestra capacidad de abrir la mirada. El aislamiento nos hace perder oportunidades de progreso importantes. Es necesario un trabajo coordinado para facilitar el entendimiento y el respeto mutuo por tradiciones distintas que nos enriquecen y cuya convivencia dentro de su diversidad es la mejor garantía de futuro. Se trata de un ejemplo necesario para las nuevas generaciones de bajoaragoneses.

Editorial.