Se habla mucho sobre la sostenibilidad de las pensiones y la edad de jubilación. La economía es redistributiva y el dinero fluye de mano en mano privada o pública. Un carpintero cobra por el mueble que monta y a la vez paga por las patatas que compra, de modo que el dinero se redistribuye constantemente. La clave es su reparto. En principio el Estado cobra impuestos y los reparte de una u otra manera entre miembros de determinados colectivos (funcionarios, parados, jubilados, dependientes…) y entre el conjunto de la ciudadanía a través de servicios (hospitales, escuelas, carreteras…). El dinero que va a parar a los jubilados es la contraprestación al dinero que esas personas aportaron cuando eran trabajadores para que los jubilados de entonces tuvieran su pensión. Pero es también una forma de distribución, que genera otras redistribuciones. Un jubilado paga impuestos, consume comida, servicios domésticos y medicinas, participa en actividades lúdicas y recreativas y si no se gasta el dinero, se lo da a sus hijos y nietos, ahora o después, para que lo gasten. Los jubilados van al dentista, al oculista y a las clínicas auditivas, van a fisioterapeutas y podólogos, a las peluquerías, a los bares, compran ropa… Y cuando comienzan a no poder valerse, contratan a otras personas para el servicio doméstico, luego contratan cuidadores o ingresan en residencias, generando gran cantidad de puestos de trabajo. En la residencia de Valderrobres trabajan algo más de treinta personas que tienen un salario gracias a que hay ancianos dependientes. Esos puestos de trabajo no existirían si el sistema no facilitara la existencia de pensiones y otras ayudas. Es decir, los jubilados son un factor de redistribución de dinero, como lo son los turistas o quienes se lo gastan en el bar o en la discoteca.

Hace no mucho se criticaban los puentes festivos como una pérdida de capacidad económica. ¡Qué barbaridad! Gracias a los puentes y a las vacaciones (cobrar sin trabajar) se crean centenares de miles de puestos de trabajo y se mueven ingentes cantidades de dinero. Lo mismo ocurre con los jubilados, porque vivimos en un sistema en el que la producción directa de bienes tangibles es residual y cada vez requiere menos mano de obra, dando paso a otra situación en la que unos damos servicios a otros, pagándonos mutuamente y por lo tanto redistribuyendo el dinero.

Manuel Siurana