Es inevitable no mirar a Madrid después de las convulsiones que de allí llegan. Creo que es importante reposar y mirar el fondo y la dimensión que los acontecimientos avecinan. Desde que se produjo el golpe de estado que derrocó el legítimo gobierno de la II República en julio de 1936, las tropas fascistas sublevadas no cesaron de anhelar la toma de Madrid, puesto que la posesión de la capital era decisiva para el desenlace final del conflicto. Madrid era un centro político, estratégico y económico de primer orden, además de la sede del gobierno de la II República. Finalmente Madrid resistió y no cayó en manos franquistas hasta el final de la guerra, convirtiendo su enorme sacrificio en un ejemplo de lucha antifascista que resonó en muchos rincones del planeta y que forjó las bases para la posterior derrota del fascismo.

Parece que el destino es caprichoso y de nuevo en Madrid se vuelven a retar, 85 años después, la democracia y el fascismo 2.0; la frivolidad de Ayuso convocando unas elecciones totalmente prescindibles es una pista de aterrizaje gigantesca para que la extrema-derecha se afiance en el corazón de nuestro país y forme parte, por primera vez desde el final del franquismo, del gobierno de la comunidad.

Ante este órdago planteado en Madrid, hay dos caminos: resignarse a que el racismo, la homofobia, el machismo y el clasismo se instale en nuestras instituciones o podemos tomarnos en serio esta amenaza y poner «toda la carne en el asador». Tenemos que impedir con todas nuestras fuerzas que la serpiente ponga sus huevos de odio que generen una sociedad oscura, autoritaria y criminal a la cual parece que algunos quieren volver (más por ignorancia de lo que es que por un conocimiento real de lo que supone la extrema derecha).

El próximo 4 de mayo nos jugamos mucho en España y en Europa. Todas las fuerzas que creen en la democracia y la justicia social tienen que movilizar al 100% su electorado para que la pesadilla del fascismo no nos vuelva a marcar el paso en nuestras sociedades. Cualquier partido decente y moral pondría un cordón sanitario a la extrema derecha como ocurre en el resto de Europa. Aquí, desgraciadamente seguimos siendo una excepción, y desde el centro-izquierda y la izquierda transformadora tenemos que asumir en solitario el reto de parar este golpe.

Madrid será una vez más la tumba del fascismo. No pasarán. Siempre antifascistas.

María Milián – Ganar Alcañiz