Parece que el día 6 de diciembre, dia de nuestra constitución, se ha convertido en un día festivo que suscita más interés por cómo encajamos el puente con el día de la Purísima para librar más días, que por lo que en él se conmemora. Y es que me parece que le damos poca importancia a nuestra constitución, aún siendo la base de las obligaciones y los derechos que tenemos como ciudadanos de este país y los cimientos de nuestra sociedad.

En cierto modo es normal que los ciudadanos tengan una percepción negativa de ella, algunos de nuestros diputados se permiten la osadía de desafiarla y de desprestigiarla, unos con sus declaraciones y otros con su mera presencia en nuestro parlamento, otrora hogar de hombres de estado de diferente ideología capaces de llegar a acuerdos por el interés común, hoy convertido en lugar de encuentro de hombres de partido, de extremistas, de representantes de asesinos y de secesionistas. Eso si, todos ellos sin excepción bajo el amparo económico de los fondos públicos de todos, incluidos aquellos que no reconocen o que repudian a quien paga sus nóminas y sus gastos.

Como decía, es normal que con todo el circo que hay montado en el congreso todo se tome a la ligera y todo se cuestione, ¿por qué iba a ser diferente con nuestra constitución? Vemos como aquellos que la atacan se convierten en pieza fundamental del devenir de nuestro país, vemos como algunas concesiones pueden ser el preludio de más injusticias con otros territorios, vemos como en cuestiones tan importantes como la pandemia de Covid no tenemos todos los mismos servicios y vemos como al final, todo parece consecuencia de los trejemanejes de la política.

Amigos, no dejemos que nos suman en el lodo para no dejarnos ver, la constitución nos ampara de todos los que la desafían y la cuestionan, de los que quieren estados hemiplégicos e injustos y de aquellos que quieren imponer sus normas por la fuerza o sin mayoría. Que las voluntades de personas no pongan en peligro el estado de derecho que nos hemos dado y que las palabras no sean más fuertes que lo que hemos escrito y apoyado la mayoría.

No dejemos que los hechos de unos pocos destruyan lo que nos dimos entre muchos, que los parlamentos sean concientes de que han de velar por el interés general que está por encima de todos ellos, que usemos las autonomías para adaptar los servicios e infraestructuras a la realidad de nuestros territorios y no para discriminar, y sobre todo, seamos conscientes de que aquí nada es fruto de la casualidad, sino del documento que nos lo permite, que nos defiende y nos ampara.

Antonio Pérez – PAR Alcorisa