La pre-campaña electoral de la Comunidad de Madrid está cumpliendo sobradamente las expectativas que, lamentablemente, todos teníamos puestas en ella por su bajo nivel, sus dicotomías irreales, su populismo y su lenguaje para niños. No en todas las fuerzas políticas, hay que decirlo, porque hay algunas que están apostando por un tono sosegado, racional y de profesor universitario que ya veremos cómo funciona en la sociedad del tweet incendiario e irracional.

Quiero detenerme en un hecho que logró arrancarme una carcajada. Y no porque sea de risa. Pero al final en estos tiempos es mejor reírse e intentar tener sentido del humor. Tenemos a dos partidos políticos cuyos líderes regionales llevan ya protagonizadas sendas «peleas callejeras» chungas. Uno de ellos, que aún tenía las llaves del despacho de la vicepresidencia del gobierno, decidió encararse a 4 nazis que hacían lo que saben hacer, increpar y fue hasta ellos sabiendo que tenía un montón de cámaras de televisión al lado. Días después otro partido tuvo la ocurrencia de montar un mitin a pocas calles de donde ocurrió ese incidente. Lo que sucedió, y supongo que no debía ser de esperar, es que allí se congregó mucho exaltado y exaltado anti-exaltado con ganas de follón y al protagonista del mitin no se le ocurrió otra cosa que bajar y, como un Miura, dirigirse hacia los contrarios a su mitin ¡Con un par! Conclusión de ambos líderes políticos con pocas horas de diferencia: «la culpa de que ocurran estos hechos es de los medios» ¡Qué coincidencia! Cuando escuché semejante eructo tuve la sensación de que me acababan de contar un chiste gracioso en una sala de monólogos. Con esos actos parece que pretendan sacar a la gente a la calle y no precisamente para reivindicar derechos laborales o para protestar por la subida de la gasolina si no para llenar las calles de exaltados. Y parece que es tendencia mundial, solo hay que ver la que lió Trump en el Congreso de EEUU. Y fue él -con ayuda de las redes sociales- quien arengó a las masas, no los medios de comunicación.

Javier de Luna