En verdad somos muy poco frente al mundo, aunque nos creamos por encima del bien y del mal y demos por supuesto que al día siguiente seguiremos respirando y que no nos faltará comida en la mesa, ni mesa en la que comer.

Nos pensamos invulnerables y creemos que todo va a seguir igual que hasta ahora, porque si bien oímos que pasan catástrofes y que la gente enferma, y muere, y tiene accidentes, presuponemos que esas cosas sólo les ocurren a los demás.

Sin embargo la vida y el mundo al que hacíamos mención al principio se encargan de cuando en cuando de ponernos en nuestro sitio y darnos un correctivo en forma de cura de humildad.
Es cierto que nuestra especie ha cambiado la faz del planeta, la mayoría de ocasiones para mal, y que tenemos capacidad para incluso influir en el clima y propagar ciertas enfermedades. Pero ¿para frenarlas? ¿Tenemos esa misma capacidad? Yo creo que tal vez en algunos casos, fruto de mucho esfuerzo, casualidad y una iluminación que no sé si es casual o estaba ya predefinida de antemano. Pero las más de las ocasiones no somos tan hábiles como para encontrar una vacuna en un plazo de tiempo prefijado de antemano y previo, en algunos casos, a la cita electoral de algunos dirigentes políticos como en el caso de los Estados Unidos de Norteamérica.

Podrá haber muchos estudios buscando una posible vacuna contra el virus COVID-19. Y tal vez un alto porcentaje de esos estudios vayan en la buena dirección. Pero las vacunas, como toda investigación necesitan tiempo. No son algo que se consiga para dentro de unas semanas por mucho que se quiera. Es cierto que la presión acelera los avances. Las grandes guerras lo han hecho, y la competencia entre potencias también. Pero nunca se puede intentar supeditar un avance científico a un interés económico o político. Y es lo que precisamente se hace una y otra vez y se ha venido haciendo desde que tenemos memoria de sociedad.

Imaginemos un bebé que está todavía en el vientre materno. Sin embargo es conveniente que nazca a los cinco meses de embarazo. Si forzamos el parto es posible que nazca, pero no estará plenamente maduro para tener las suficientes garantías de sobrevivir. Y posiblemente expirará por faltarle tiempo para haberse desarrollado lo suficiente como para no comprometer su existencia.

Los grandes avances de la Medicina, como de cualquier disciplina, se deben en muchos casos a la casualidad, así como a la perseverancia y la capacidad de saber interpretar lo que se tiene delante. Pero también al tiempo y a la paciencia, porque si bien la presión estimula a trabajar sin demora, si es excesiva, y no deja tiempo al método científico, probablemente llevará al fallo y a la estrepitosa caída.

Dicen que pese al paciente que sufrió secuelas imprevistas por la vacuna desarrollada en Oxford (qué casualidad que sea un laboratorio anglosajón en colaboración con una universidad anglosajona) ésta se va a seguir desarrollando para una casi inmediata comercialización. Hay prisa, desde luego, pero me temo que la prisa se debe más al interés económico que al sanitario.
Estaremos atentos a lo que ocurra. Mientras tanto, feliz semana y a más ver, amigos.

Álvaro Clavero