Tiempos de fiestas veraniegas, los pueblos se llenan, la alegría rebosa en calles, que renacen por unos días entre la alegría del gentío.

Cada pueblo tiene sus peculiaridades y actos diferenciales, aunque todos comparten elementos en común: verbenas, procesiones, charangas… y en mitad de todo este frenesí de felicidad y disfrute, aparecen noticias de las que parecen meterse con calzador en la época donde prevalece el descanso, noticias que caen poco simpáticas al populacho, pero que se amortiguan con los calores del verano, época donde la gente relaja su seguimiento de la actualidad. Una de esas noticias a las que me refiero es el dinero que se reparten en sueldos y prebendas los políticos en la Diputación de Teruel.

Uno no pretende ser demagógico, no quiero caer en máximos populistas que hablan de abolición de instituciones o de creer que todos los problemas de España se solucionan con quitar sueldos políticos. Incluso comprendo y puedo llegar a ser defensor de las diputaciones provinciales en lugares como Teruel, con el despoblamiento y desvertebración que padecemos, es una institución necesaria. También defiendo que la gente reciba unas retribuciones por el trabajo realizado y para que la política no se convierta en un foro de jubilados o gentes con poderío económico. Pero de eso, a las autenticas pasadas de frenada que vemos hoy publicadas en forma de sueldos y otras retribuciones, hay un paso.

Me parecen hirientes para la mayoría de personas. Hay términos medios validos y aceptables éticamente para todos, pero en Teruel que un diputado cobre más de setecientos euros por asistir a un pleno de un organismo al que ha optado ir voluntariamente, es excesivo.

En Teruel dada las carencias en servicios, los dineros que en otros lados son irrelevantes, si pueden ser importantes, para ayudar a emprendedores, empresas, familias que viven bajo el umbral de la pobreza, agricultores etc hay muchas opciones para ser más justos en el reparto del dinero de nuestra provincia.

Han convertido la diputación, en la mejor fiesta de todas: opacidad, poca rendición de cuentas y retribuciones muy generosas, una mezcla que nos descorazona a todos los ciudadanos.

Tampoco se ha visto a ningún partido, ni nuevo ni viejo, peleando decididamente por cambiar todo este despilfarro. Es increíble, se ha llegado a un momento de degradación moral donde te llegan a convencer de que dejar tirados en el mar a su suerte a personas es normal, que las huelgas son de privilegiados, te hablan de mamandurrias políticos como Abascal, que precisamente han vivido toda la vida de ellas, pero no, para cortar el grifo de sus sueldos no hay ni un valiente, todos calladitos repartiéndose a su gusto los pedazos de pastel.

Estamos garantizando la vida digna y las jubilaciones de aquellos que deberían estar peleando por garantizar las vidas dignas y jubilaciones de los ciudadanos, pero es al revés.