Erraríamos si tratásemos de ver el fenómeno Trump y su presidencia, como una simple anécdota acompañada de tópicos adjetivos, que buscan simplemente desacreditar al personaje y caricaturizar a sus seguidores. Ni es un tema menor, ni es un tema que nos sea ajeno, ni siquiera en el Teruel profundo.

Hay varios temas en los que es inexcusable fijar posturas razonables, más allá del ruido. La inmigración, por ejemplo. Un fenómeno del que desde Europa y desde la izquierda especialmente, se está dando nula respuesta y un relato surrealista. No es cuestión de hacer más o mejores muros, pues más insalvable que la frontera natural que nos ofrecen las aguas salvajes del estrecho de Gibraltar, no es ninguna construcción, pero empeñarnos en no crear políticas integrales, que empiezan en el país de origen, le está dando alas a aquellos que pretenden inocular ideas intolerantes y lo hacen aprovechando esa nula respuesta. Y Trump, más allá de los aspavientos, ha conseguido en algunos momentos hilvanar un discurso con algo de coherencia, hablando de flujos controlados y legales, Estados Unidos otorga un número de visas determinado, ciertos países tienen un cupo, que permite una inmigración legal, lo hacen desde hace mucho. Aunque insuficiente y lejos de ser para mí la solución ideal, al menos tienen alguna respuesta ¿En Europa? O la nada por respuesta en un lado o interesados en cultivar el odio en otro.

Los medios de comunicación han sido otro de sus caballos de batalla. Aunque su estrategia ha sido enfangar y responder a mentiras con más mentiras, lo cierto es que ha logrado incomodar a un sector que no debe ser tratado ni mucho menos con condescendencia o considerarlo intocable, pues el llamado quinto poder, cuando adquiere un carácter crítico y objetivo es uno de los pilares de una buena sociedad, en cambio cuando se pone al servicio de un interés o una persona, se convierte en la muleta de la impunidad de los poderosos. España en eso, triste ejemplo, por tantas cosas que dejan sin responder los políticos.

Lo último que querría destacar, es el tema de las diferencias entre el mundo rural y el urbano. Aunque siempre han existido, en Estados Unidos se están llevando al extremo, con la gran mayoría del voto rural concentrado en Trump y el urbano en Biden. ¿Alguien puede explicar como un multimillonario neoyorquino ha conseguido tanta ascendencia sobre sus paisanos rurales? El mundo Occidental y moderno, no le ha ofrecido absolutamente nada al mundo rural y de eso Teruel es un ejemplo claro. De nuevo terreno ideal para cualquier iluminado y aunque nos pueda ser tan ajeno como lo puede ser Trump a un granjero de Nebraska, el granjero lo adora.
Decía Edmund Burke, que para que el mal triunfe, solo se necesita que la gente buena no haga nada. Yo no creo que los otros que vienen ahora sean mejor que Trump, lo que sí sé, es que la incapacidad de responder a determinados retos o el mirar a otro lado, es y será la gasolina necesaria para que la intolerancia alcance el poder.

Víctor Puch