La pandemia del coronavirus ha puesto sobre la mesa los riesgos de una globalización para la que no estamos tan preparados como creíamos así como la importancia de la sanidad pública, y la necesidad de tomar muy en serio las recomendaciones de las autoridades sanitarias para evitar situaciones como la que padece Italia. Ante el miedo y la incertidumbre la mejor y única respuesta es el conocimiento. Ante los bulos y desinformaciones generadas por alarmas innecesarias, la mejor receta es acudir a las fuentes de información serias y medios de comunicación profesionales. Esta crisis ha de servir para establecer protocolos que impliquen mejorar los sistemas de coordinación entre instituciones, países y que crezca la solidaridad en vez de el interés individual. Las medidas drásticas tomadas ayer por el Gobierno Central y las autonomías son más que necesarias para detener el contagio, proteger a los más débiles y evitar el colapso hospitalario. En un medio rural como el nuestro, con una población muy envejecida, y un centro hospitalario comarcal sin UCI y que va a tener que realizar importantes esfuerzos, solo cabe llamar al trabajo colectivo de prevención. Si toda la sociedad se toma muy en serio las recomendaciones, salvaremos con toda probabilidad la vida de muchas personas. En este sentido, sólo se pueden tomar decisiones a largo plazo que supongan un bien colectivo. Todos formamos parte de este engranaje global en el que el efecto dominó del Covid-19 nos hace ser conscientes de lo enormemente interconectados que estamos.

La orden de cierre de los centros educativos debe entenderse como una medida de precaución para evitar concentraciones masivas de gente, la misma norma ha de aplicarse para cualquier tipo de evento que suponga riesgos. Lo drástico de la medida implica un enorme problema para las familias y las empresas, pero debemos ser conscientes de los daños superiores que podría generar la expansión de la enfermedad. Las decisiones que se establezcan para paliar el impacto económico deben ser radicales también y contribuir a generar tranquilidad. El freno inmediato de los viajes turísticos en fechas previas a la Semana Santa de la Ruta del Tambor y el Bombo supone un grave problema, al igual que la cancelación de actos tan importantes como las Jornadas Nacionales del Tambor, por eso, la moratoria del pago de impuestos de seis meses para las empresas es una medida acertada por parte del ejecutivo Central, pero sin duda será la primera de otras muchas que vendrán. Cuando el virus se haya contenido será el momento de realizar balance de la situación y tratar de sobreponerse a las afecciones colaterales en la economía y el empleo. Hoy, el deber de todos es protegernos mutuamente y realizar un llamamiento a la responsabilidad.

Editorial