Hemos asistido durante las últimas semanas al espectáculo entremezclado de la frivolidad, el alarmismo y la realidad respecto al coronavirus. Ahora nos golpea el virus con una importante dosis de letalidad y una virulenta propagación.

Ha servido esta pandemia para constatar algunas realidades:

La gente ha frivolizado y lo hace, supongo, porque acostumbrados a tantas mentiras y exageraciones se pensaban que en esta ocasión se estaban repitiendo los patrones de comportamientos de anteriores crisis sanitarias que acabaron en insignificantes números. La devaluación institucional nos ha hecho desconfiar de todo, pero hay organismos multilaterales como la OMS, que si están avisando y siendo contundentes, en la OMS caben países tan antagónicos como Irán o Corea del Norte hasta Estados Unidos, no dicen ni hacen cosas a voleo.

Otra conclusión clara y rotunda al respecto, es la fortaleza indiscutible del pueblo chino, pueblo y sistema tantísimas veces vilipendiado y que ha dado una lección asombrosa y digna de comentar al mundo. Hablaban los españoles en China y algunos lo deslizaban «es increíble el esfuerzo que está haciendo este país por controlar la enfermedad». Debimos tener en cuenta algo que a cualquier persona medianamente inteligente le ponía en sobre aviso, la dimensión de las medidas de China. Sabemos que se trata de un país poco presto a detenerse y aún así han paralizado por completo su país y economía prevaleciendo la salud de sus habitantes y eso es así aunque cueste reconocerlo, pero China que a veces lo vemos como un gigante inhumano capaz de cualquier cosa por dinero, ha tomado las medidas más estrictas posibles, cosa que no debe ser fácil en un país de 1.400 millones de personas y que ya es la primera potencia económica del mundo en muchos aspectos. Seguramente después de todo acabará saliendo reforzado.

En España no creo que debamos ser ventajistas sobre si las cosas se hacen bien o mal, pero siguiendo una linea lógica estamos viendo que las piezas de dominó van cayendo en España, como antes lo hicieron en Italia, lo cual nos sitúa en un escenario similar al de ellos pero con unas semanas de atraso, así que sería conveniente aprovechar esa información de la que disponemos para anticiparnos con criterio, algo que por ahora parece que no se está haciendo del todo.

Los términos medios, tan aclamados por un lado, pero poco puestos en práctica por otro, son seguramente la postura ideal, no dejarse llevar por el éxtasis de la exageración, pero tampoco frivolizar o pensar que no hay que tener unas mínimas precauciones.
No es una falsa alarma y no es una conspiración, es un hecho real que nos está ocurriendo, no se para por casualidad China y no se debe infravalorar lo que viene aconteciendo. Por una vez deberíamos estar unidos y conscientes, porque se avecinan tiempos difíciles dadas las consecuencias económicas que de por sí trae la expansión de la enfermedad.

Víctor Puch