Repito con firmeza el axioma que encabeza mi columna, pues hoy entre la neblina provocada por la actualidad, se ha relegado a un segundo plano el saqueo que han padecido las arcas públicas.

Hoy ya no es la moda la corrupción, hoy ya parece tan demagógico y populista pedir que se devuelva lo robado, que nos estamos olvidando que no lo es. Cogieron dinero que no era suyo, tanto unos como otros, de casi todos los partidos y en casi todos los lugares, hay casos para dar y aburrir y la mayoría cerrados en falso o con cabezas de turco. Casos donde han desaparecido millones han acabado con dos o tres personas únicamente en la cárcel, implicados en ellos con ridículas multas de 800 euros o algunos como Urdangarín en la presión a medida y con permisos en menos de lo que canta un gallo.

Ha sido, es y será una vergüenza, entre unos y otros y por diversas cuestiones, han ido difuminando y minimizando el tema. Una mancha imborrable en nuestra democracia por la cual no se ha pagado de manera ajustada a lo que ha ocurrido.

Nuestro sistema legal si contempla con precisión la figura del decomiso, al menos en la teoría sí existen los mecanismos legales oportunos para que se devuelva lo robado, pero como en muchas cosas en España, nuestras leyes son papel mojado en manos de un poder político que ha usado como arma arrojadiza la corrupción, en lugar de propiciar que se juzgara adecuadamente.

Es difícil ponerle cifras exactas al expolio, pero hablamos de miles y miles de millones, redes escandalosas de corrupción como las del clan Pujol en Cataluña, los EREs y cursos de formación en Andalucía o la conexión valenciana-madrileña que arroja unas cifras mucho más escandalosas que las conocidas hasta ahora, porque casi en cada pueblo de Valencia es público y sabido lo que se hizo, obras insostenibles y faraónicas infladas.

Aquí en nuestras comarcas, en mi opinión, nos libramos simplemente por la ausencia de investigación, me cuesta mucho creer que todos los fondos de reconversión y las ingentes cantidades de ayudas públicas recibidas, se hayan usado como es correcto y no hayan acabado en bolsillos equivocados, pero aquí no ha habido voluntad y se ha corrido el túpido velo.

No escribo estas líneas con ninguna otra pretensión que no sea incitar de nuevo a crear una conciencia y una vigilancia permanente de lo que se hace con el dinero público. Nos hemos relajado en exceso y estamos creando de nuevo el clima oportuno para que vuelvan a meter la mano en la caja común. Quieren vivir de una manera superior al ciudadano medio, gracias a los privilegios legales vigentes ya lo pueden hacer, pero hay muchísimo insaciable, reitero estas palabras desde el absoluto convencimiento personal del que ya esta viendo actitudes impropias y que deberían haber sido sepultadas, después de todos los años y escándalos que fuimos viendo.

Víctor Puch