España es un país que nunca deja de sorprender, gente con un patrimonio de más de un millón de euros y políticos profesionales que ganan importantes cantidades de dinero se acogen a beneficios sociales que solo deberían en pro de los más necesitados. El tema viene a colación por los casos de Enrique Ossorio y de Mónica García beneficiarios ambos de una ayuda que no deberían recibir. Defienden posturas antagónicas en público, pero parece ser que a la hora de recibir se dinamitan los puentes ideológicos que dicen separarle, porque por desgracia y como abunda tanto en nuestra clase dirigente la ideología más común es la del beneficio propio.

¿Hasta cuándo tanta indecencia? ¿Hasta cuándo prebendas generosas, corruptelas legales o ilegales e inmoralidad campando? Fomentan con irresponsabilidad discursos de odio que llevan al enfrentamiento entre las clases más desfavorecidas, que no duda en disparar con bala al prójimo y vuelve de nuevo a indultar una y otra vez a los miembros de un sistema de beneficio económico continuo por parte de los que se meten en política y la peor desgracia es, que el fenómeno se ha expandido a casi todos los niveles.

Políticos profesionales con veinticinco años, todos los que dirigen los partidos son altos funcionarios, trabajadores del partido o herederos, se ve en todos los partidos y en todos los niveles. Algunos acumulan méritos, tratando de escalar posiciones hacía las altas esferas del partido-empresa tratando de tener el más radical de los discursos, lo vemos incluso entre nosotros a nivel comarcal.

El problema de fondo es sistemático y soy el primero en defender que los que tienen una dedicación exclusiva vivan de ello y vivan dignamente, que no están obligados a ser pobres y que muchas veces es una labor muy desagradecida. Pero de lo que no estoy a favor es de que nos olvidemos de que la política es una labor voluntaria que debiera emerger de lo más profundo de su ser, no debiera jamás concebirse como el vehículo hacía una vida mejor en lo material. Mónica García y Enrique Ossorio lo que tienen en este caso es mucha cara, aunque lo expliquen con la biblia del malabarismo bajo el brazo.

En el momento en el que la honradez y la ejemplaridad dejo de considerarse una virtud fundamental, la política empezó a empobrecerse hasta las cosechas de hoy en día. Sembramos mediocridad, mediocridad recogeremos, al menos asumámoslo, son los tiempos que nos han tocado vivir y es la cara que nos toca ver cada vez que recordamos al típico que ha ido saltando de partido en partido y ha terminado teniendo un cargo de cualquier tipo en la administración.

No me cansaré de denunciarlo mientras siga existiendo el mal, pero si la política se sigue enfocando como una actividad de lucro y no algo que se hace por la defensa del bien común, no saldremos de la espiral.

Victor Puch. San en la herida