Volverán los corzos jóvenes en el canal de la Estanca sus cuerpos a flotar, y otra primavera con nuestros ojos seremos testigos de cómo morirán. Han pasado ya dos meses desde que contamos el trágico final que les espera a muchas crías que, entre abril y junio, se separan de sus madres. Recuerdo la primera llamada con la Confederación Hidrográfica del Ebro. «Ya nos reunimos con los agentes involucrados y se llevaron a cabo las medidas acordadas», me dijeron. Resulta que limpiaron las rampas en el 2019. La semana pasada tuve que ir de propio con Jesús Perdiguer, vecino alcañizano que estuvo en aquella reunión, para ver con ojos propios la maleza que inhabilita las salidas. Pero no os preocupéis demasiado, que en mi última conversación me afirmaron por primera vez «ser conscientes» de una problemática que ya todos conocíamos. Solo ha hecho falta que publicásemos siete noticias, que los animalistas pidiesen el envío masivo de correos a la CHE y que se registrase una pregunta en el Senado. Pueden sacarle brillo inútilmente a los abrevaderos para que los animales se sigan resbalando al salir o pensar sin plazos en medidas que de verdad sirvan. No hay prisa, total hasta la siguiente primavera ya nadie hablará de los corzos que se mueren en el canal. O quizás sí…

María Celiméndiz. Mejor con vino