Que estamos pasando por un momento muy malo, nadie lo niega. Tan malo que nos gustaría fuera un mal sueño, pues de ellos se sale. Pero nos pellizcamos y vemos que estamos despiertos; algunos, como yo, confinados, pero despiertos y en plena pesadilla.
Si fuera un mal sueño fisiológico podría deberse a la falta de oxigenación, pero, como estamos despiertos, pienso que, siguiendo con la figura retórica, podríamos decir que se debe a la falta de oxigeno social.

El oxígeno del cuerpo social que falta, es, en éste caso, seguridad, normas claras, unidad de criterios, conocimiento científico de lo que ocurre. Y es que vemos, abundando en la pesadilla, que según en que comunidad autónoma se esté, hay unas normas a aplicar ó unos intereses a cumplir, a veces poco claros. A todo ese conjunto de necesidades mal resueltas es a lo que llamo falta de oxigeno social.

Eso lleva a que las personas no se aclaren y no cumplan las normas como era de esperar. El pasado fin de semana Madrid no mostraba en sus calles estar en cuarentena, abarrotadas de gente, eso si, todos con mascarilla. Se lleva la mascarilla como si de un «detente bala» mágico se tratase. Debería saberse por qué se lleva: para detener la propagación de un virus, para lo cual hay que conocer qué son científicamente los virus y cómo se transmiten.

Pero lo que me gustaría estar haciendo ahora aquí -y voy a hacerlo- es pedir la reanudación de los trenes que tenía Caspe hasta que, con la excusa de la pandemia, se anularon varios de ellos, de hecho, los más demandados. Si no se lucha por su restablecimiento, acabaran desapareciendo definitivamente y nuestra zona perdiendo posibilidades de desarrollo. ¿Qué pasó, también, con el Puerto Seco?

En el Congreso de los Diputados se debaten con mucha publicidad cosas como el Estado de Alarma en Madrid, pero poco se escucha y difunde -al menos no lo conveniente-de las demandas de las zonas rurales. Parecía que el señor de Teruel Existe iba a abanderar la defensa de esos asuntos, pero no, una vez dado el apoyo, y hecho posible, la investidura de Sánchez, su voz de ha atemperado, o al menos de poco sirve a los intereses de Alcañiz (Teruel), y por tanto a los de Caspe en esto del ferrocarril. Porque, al igual que el Hospital de Alcañiz sirve a Caspe, los trenes de la Estación de Caspe han de servir a la población de Alcañiz y su comarca, y hay que defenderlos desde el Congreso de los Diputados, donde está el señor Guitarte. El Hospital y el Ferrocarril son fundamentales para el Bajo Aragón completo, y ambos están, en este momento, en la cuerda floja; uno, el Hospital, en precario y otro, el Ferrocarril, en peligro.

Alejo Lorén