No tienen ustedes la impresión desagradable de que estamos viviendo en un mundo y una época MM? Léase de forma ortodoxa como «manifiestamente mejorable» o la más frívola de «mucha mierda» en el argot teatral en lo bueno y en el político, en lo malo; «máxima mortalidad» en el trágico-sanitario; «miserable mudanza» en el socio económico; «mínima moralidad» en el filosófico…y no sigo para no cansar.

Veamos cuáles son los variados síntomas que avalan el anterior aserto. Uno, la pandemia de las narices y nunca mejor dicho pues por ellas y las manos se nos introduce el bichito sin alma. Seguimos sumando contagios y preludiando una nueva ola que amenaza ser formidable. Como diría Max Estrella la cosa «se pone estupenda». Pero que nadie nos quite el botellón, la cena de aniversario, besos y abrazos y la mascarilla en el cogote. Hemos perdido la conciencia humana vigente hasta este siglo XXI de lo que significa vivir entre agentes patógenos. La ciencia puede con todo y el Gobierno tiene la obligación de protegernos. Pero la primera necesita mucho tiempo y medios y además está desbordada y el segundo puede y debe, aunque también está desbordado, pero sólo si el individuo coopera. Para eso nos creemos demócratas. Y si nos falla la autoridad nos creemos víctimas de la dictadura aunque juremos que nos hemos dejado la mascarilla en casa ante la papeleta de multa.

Dos: Perdemos la necesaria ecuanimidad política y pública (que, por cierto, es tan escasa como el sentido común) y vivimos con la absoluta tolerancia de la estulticia cuando se admite que un vicepresidente de Gobierno eche a los periodistas a los pies de los caballos- o de los burros, más propiamente-. Parece mentira que con tan ilustres apellidos, su señoría, ignore que una prensa libre, sin mordazas y con protección, derechos y deberes, es una de las garantías de la democracia: ¿se acuerda usted del Watergate que la prensa descubrió y costó la presidencia a Nixon? Con Trump eso hubiera sido imposible. El carácter tabernario y de matachines en el comportamiento de algunos diputados es uno de los baldones clásicos de la política española y el espejo de una sociedad falta de valores.

Tres: Muchos leridanos amigos míos se están planteando seriamente pedir la nacionalidad andorrana, tras el bochorno que les da cuando sus amigos de otras comunidades -con cierto pesar- les recuerdan las requisitorias del ínclito Sr. Torra sobre las medidas del «Gobierno español» al comienzo del Covid y la irresponsable estupidez de decir al pueblo catalán que si ellos hubieran estado al mando tendrían que lamentarse menos muertes. Hay políticos como Trump, Bolsonaro y el Sr. Torra que faltaron a clase el día que a los políticos le enseñaban qué es la ética. La escalada de contagios en Barcelona y Lérida no son más censurables que las de Huesca o Andalucía, Extremadura o Madrid: Pero una vez más nos equivocamos de estrategia, en este momento no se trata de buscar culpables sino de paliar o detener los contagios.

Cuatro: Ser alcalde de un pueblo pequeño, con recursos escasos y más en el olvidado Teruel (que existe porque no le queda otro remedio, de ahí viene el «también», no de que sea tenido en cuenta, o vaya a serlo) es otra de las MM de nuestro presente, que es más «pasado en progreso permanente» que » futurible». ¿Creen ustedes que en pleno siglo XXI es aceptable que un pueblo aún no tenga subvenciones para instalar depuradoras de las aguas residuales, que va bancales abajo hacia el río; que muchas de sus calles fueran cementadas en el pasado siglo y aún sigan siendo torrenteras con pretensiones de urbanidad; que las carreteras de acceso y salida del pueblo tengan puntos negros y baches y desprendimientos que son parcheados malamente tras muchas demandas a la DPT y vuelven a estar para la UCI vial en cuanto caen más de cuatro gotas; que el polideportivo esté en desuso desde hace años porque no ha habido subvención alguna para terminar lo poco que falta para ponerlo en marcha; que se haya solicitado la realización de una glorieta dedicada a las víctimas de la pandemia y que ni siquiera se acuse recibo de la petición…? Esto es como las quejas de Edipo a los dioses. ¿Será porque no estoy afiliado a ningún partido? Edipo, tampoco.

5 y siguientes: mejor lo dejamos para otro día. Las jeremiadas nunca se me han dado bien. Y además sirven para tan poco como estas líneas.

Alberto Díaz Rueda – Independiente Torre del Compte