Dicen que en Alcañiz se vendió el miércoles menos jabón de manos que nunca en su historia. No todos los días se le da la mano a un rey que mira a los ojos. Sorprendió Felipe VI con su primera visita como monarca a la provincia turolense desde 2014, a Alcañiz, donde su interés por nuestro entorno fue complementado por todo lo que él traía ya aprendido acerca de nuestro pasado, del patrimonio arqueológico, artístico y económico.

Pero lo que verdaderamente fue valioso es la calidad del tiempo que el Jefe de Estado dedicó a las personas que le acompañaron el miércoles. La sensación que dejó a quienes le estrechamos la mano y pudimos intercambiar alguna palabra con él estuvo lejos de la impostura que se espera en un evento de estas características, habitualmente marcado por la inflexibilidad del protocolo, el vacío en el fondo y la rigidez en la forma. Al repasar las imágenes del día, confirmo que estuvo a gusto en una obligación que cumplió sonriente en el Castillo, la plaza de España, la Torre Gótica y Atrivm. Saludó, abrazó e incluso besó a los niños que acudieron a recibirle. No había apenas banderas, pero estaba llena la plaza, sobre todo gracias al esfuerzo de organización que atrajo a niños de todos los colegios de la ciudad, con los que chocó la mano. Podría haber pasado de largo saludando, el protocolo no exige detenerse. Pero lo cierto, para fans y detractores, es que se empleó a fondo con una ciudad que le recibió con cariño.

En Atrivm se vivieron momentos históricos. Dentro había algunos políticos, los que el protocolo requería, desde el ministro de Universidades hasta el presidente Lambán, pasando por otras autoridades provinciales, comarcales y locales. Pero quedaron en un rincón, dejando paso libre al 90% de los invitados al cóctel: la sociedad civil alcañizana. Fueron escogidos uno a uno, con un exquisito cuidado, para entrar en un arca de Noé alcañizana formada por el pueblo llano. No se recuerda un evento reciente en el que todas las asociaciones, responsables de grandes y pequeñas empresas, gestores culturales, representantes de la tradición, el folclore, la gastronomía, y entidades sin ánimo de lucro de la localidad compartieran tiempo en un espacio tan reducido. El Rey fue uno a uno conociendo a todos con nombre, apellido y cargo; fotografiándose, preguntando y dejándose preguntar, saltándose el protocolo. Hubo algún ¡viva el Rey! y despertó el respeto y el interés incluso en los republicanos.

Fue el alcalde, Ignacio Urquizu,quien le cedió el bastón de mando y presentó a los más de cien invitados. Estaba contento pero muy concentrado. No quería olvidarse a nadie. El primer edil en realidad fue el verdadero ganador de una cita histórica facilitada por él mismo, y no por otra razón, a través de unos sólidos avales de diversa índole que desde hace tiempo sitúan a Alcañiz en un espacio de empoderamiento y dignificación en el que nunca había estado. Pescó tantos peces este timonel como para alimentar el ánimo hasta el Año Nuevo. Y aunque para llegar a puerto aún le queden unos meses, será complicado encontrar más ilustres compañeros de viaje.

Eva Defior. Sexto Sentido