A partir de agosto, la Unión Europea limitará y, en algunos casos, prohibirá los plásticos de un solo uso. Es decir, todos los bastoncillos, las pajitas, los platos y cubiertos, y los palitos para sujetar globos. En el caso de las botellas de bebida, sólo se comercializarán si tienen el tapón unido. Es una medida a lo grande y sistemática y, la verdad, tiene que ser así porque pensar en una vida sin plásticos se nos hace imposible.

Pero, ¿por qué? Si observamos los datos, cada año se desechan 46.000 millones de botellas de plástico, 36.400 millones de pajitas, 16.000 millones de vasos desechables y 2.500 millones de recipientes alimentarios de un solo uso. Todos estos plásticos suponen el 70% de la basura de los océanos. De hecho, afecta a los ecosistemas marinos de tal manera que, según Greenpeace, 9 de cada 10 aves marinas, una de cada tres tortugas y más de la mitad de las especies de ballenas y delfines han ingerido alguna vez plástico. ¿Qué estamos haciendo?

Por razones como estas, la semana pasada Lidl anunciaba la eliminación de las bolsas de plástico de sus establecimientos, lo que supondrá 100 millones de bolsas menos. Ahora, llevaremos bolsas de tela reutilizables. También existen otras alternativas más sostenibles como utilizar botellas de vidrio o recipientes de acero inoxidable. Está en nuestra mano ser más solidarios con el planeta.