Este fue el lema que hace 25 años acuñamos quienes intentamos evitar una actuación sobre el río que atentaba contra los valores naturales y paisajísticos del mismo, frente a una visión puramente mercantilista del agua como simple canal de agua.

Algunos intuíamos entonces que vivíamos en un entorno privilegiado, rodeados de un espacio natural semivirgen que tenía un valor no sólo ecológico, sino también económico, como ha corroborado la teoría del desarrollo sostenible basada en un aprovechamiento racional de los recursos naturales en armonía con el entorno y con el modo de vida de sus habitantes.

Un cuarto de siglo después viene todo esto a cuento de la imagen que ofrecen buena parte de las localidades del Matarraña en estos tiempos tan convulsos que nos está tocando vivir.

Una nutrida presencia de visitantes, de pobladores de segundas residencias, de hij@s y niet@s que vienen en busca de naturaleza, de silencio, de aire puro, de aguas limpias, en busca de un ritmo más pausado a pie, en bici, en moto o en coche. Una búsqueda de esa armonía con la naturaleza que, a veces, el ritmo de vida que llevamos en pueblos y ciudades hace que obviemos y que, precisamente ahora que venimos de un largo periodo de confinamiento, hemos valorado en su justa medida: nos da la vida!!

Pero además redescubrimos un rico patrimonio histórico, poblados íberos, múltiples actividades en la naturaleza como rutas senderistas y de bicicleta de montaña, una extraordinaria vía verde como la Val de Zafán, baños en ríos y pozas, barranquismo, tirolinas, kayak … Productos agroalimentarios del territorio de excelente calidad que se pueden comprar en comercios locales o degustar en bares y restaurantes que cuidan su presentación y servicio.

Aún así, todavía nos queda margen de mejora en temas como la calidad de algunas de nuestras aguas, la mejora en la señalización de rutas y senderos, la limpieza de la masa forestal, la presencia de producto local de manera prioritaria en la hostelería,… rellenen ustedes los puntos suspensivos. A pesar de todo ello, el Matarraña está ahora más vivo que nunca. Es labor de todos que siga así.

Iñaki Belanche – CHA Valderrobres