Rememorar a Joaquín Carbonell me hace recordar un par de momentos que relaciono con su figura de una u otra manera.

Venía de un viaje muy especial para todos los zaragocistas, Sevilla año 2001, tras una dura temporada ganamos la final de copa al Celta. Al regreso con mi madre hacía tierras mañas hicimos parada en Madrid. Allí a la salida de Atocha en alguna zona cercana que no soy capaz de precisar con mayor atino, alguien nos vio con nuestra indumentaria zaragocista y no dudo en acercarse con gran emoción y naturalidad, era un emigrante allocino en Madrid que no paraba de mentarnos a Joaquín, contaba anécdotas, entre otras recordaba en su infancia como en el cine los niños de Alloza una vez se apagaban las luces y en mitad del bullicio, hasta gritaban burlas a Franco. Una dirección de mail nos facilitó para mantener el contacto, aunque en esa época nosotros ni siquiera estábamos familiarizados con el mundo de las redes. Nunca más supimos de él, pero si me dio para comprender lo que Carbonell significaba para muchos de sus vecinos.
En el otro momento que me viene a la cabeza tendría yo unos quince años más o menos, cuando me hice con un recopilatorio de música llamado «cantautores por la libertad» me impactó sobremanera. El triple disco fue uno de los sembradores de conciencia más grandes en los que me he podido detener en mi vida. Estaban todos los primeros espadas de la banda sonora que empujó España hacía la libertad, me gustaban todos, pero me puso muy orgulloso escuchar a Joaquín Carbonell, Labordeta, vamos, a los nuestros.

«Me gustaría darte el mar» era la canción que representaba a Carbonell en el triple disco y para mí una de las más bonitas, apenas la entendía entonces, pero me parecía una melodía sublime y fina, que para siempre quedó en mi paladar como bocado placentero.

No por repetirlo será menos cierto, Carbonell pertenece a una generación que hizo por recuperar nuestra autoestima, es más, Carbonell fue parte de dos cosas que pusieron en la vanguardia a Aragón, nuestra tierra que como sabemos no destaca precisamente por coger los trenes a tiempo.
Una de esas cosas fue la Nueva Canción Aragonesa, por una vez ahí estuvimos en un gran movimiento cultural con gran representación, en época de cantautores, Aragón tuvo su lugar y un lugar de privilegio.

Y la otra el grupo que crearon en el San Pablo de Teruel, que debe tener uno de los porcentajes más altos del mundo de alumnos brillantes, sin exagerar , basta revisar algunos nombres que por allí pasaron.

También algunos, no lo puedo negar, me han dicho que tenía cierto punto de chulería, pero mejor por él, porque de complejos vamos sobrados y no debemos dejar que nadie nos mire por encima, no tenemos nada que envidiar y podemos ser tan especiales como todos y porque la verdad y le duela a quién le duela, de Teruel no es cualquiera.

Víctor Puch