Los datos del avance del covid-19 en Aragón son tremendamente preocupantes. La gravedad de la situación en nuestra comunidad ha llevado a tomar medidas drásticas al Gobierno de Aragón, especialmente debido al descontrol de la pandemia en Zaragoza y su entorno. Los contagios registrados esta semana nos siguen situando en la zona de Europa con más afectados, sin embargo, estas cifras deben leerse teniendo en cuenta que desconocemos con qué profundidad y transparencia se notifican las cifras en otros territorios. Aún así, y pese a que la mitad de los contagios sean asintomáticos, los casos siguen multiplicándose, lo que pone de manifiesto de forma clara que no nos estamos tomando en serio las recomendaciones preventivas que el Salud realizó ya el mes pasado. El daño tremendo que sufren sectores como la hostelería por los titulares de nuestra comunidad encabezando las cifras de la pandemia se ha visto agravado esta semana por las medidas de DGA respecto al ocio nocturno, los horarios en las terrazas y también las reuniones de más de diez personas. Se lamentan los empresarios del sector, y con razón, de que no se ha dialogado para buscar fórmulas menos dolosas.

Si bien la situación requería medidas estrictas, también es cierto que no se puede hacer tabla rasa porque la situación epidemiológica no es comparable en todas las zonas sanitarias de Aragón. Durante el estado de alarma fueron numerosas las voces de nuestros responsables que pedían tener en cuenta nuestra realidad rural cuando se decretaban medidas de trazo grueso, sin tener en cuenta hábitos y formas de vida. Valorarlo a pequeña escala sería una tarea mucho más sencilla para el Gobierno de Aragón, pudiendo ser flexible en algunos pueblos o pidiendo el confinamiento de determinadas zonas donde el descontrol de la pandemia es preocupante. Aportar certezas y, sobre todo, plazos concretos de flexibilización de estas medidas para muchos municipios y sectores económicos sería también importante para permitir la planificación de las próximas semanas.

Editorial