Nunca pensé que mi primer viaje a Madrid sería para acudir a una gran manifestación en la que reclamamos nuestro derecho a vivir en el medio rural y las medidas de los gobiernos de turno para poder convertir nuestros anhelos en realidades. Un día que se tornó en gris, debido a la intensa lluvia que nos acompañó, pero que posteriormente resplandeció al comprobar el masivo respaldo que tuvo la manifestación de la llamada España vaciada.

Largas fueron las horas de autobús, tres concretamente las de estancia en la capital. Nos mantenía, a pesar del cansancio lógico, la ilusión de toda la España despoblada por hacer oír su voz en Madrid. Unos para que conozcan nuestra realidad y todos para que las administraciones públicas piensen en que merecemos las mismas oportunidades que el resto. Sin siglas políticas, solo defendiendo aquello que consideramos justo por encima de nuestra propia ideología.

No me suelo prodigar en las manifestaciones, pero esta mereció mucho la pena. Un camino lleno de gente que me llenó de ilusión para seguir defendiendo nuestra provincia porque queremos poder elegir donde vivir. Deseamos seguir teniendo nuestra vida en Teruel y ansiamos a su vez que nuestros hijos también tengan esa posibilidad en el futuro.

Pero no estábamos todos. A la sociedad turolense y buena parte de las zonas despobladas de Zaragoza no les acompañó el señor Lambán. Tendría cosas más importantes que hacer que defender las comarcas con mayores dificultades de nuestra región. Nunca ha tenido cariño por Teruel y no iba a ser ahora el momento de revertir esa situación.

Dudo mucho que haya algo mucho más importante que conseguir que los aragoneses del medio rural veamos en nuestros municipios el lugar donde poder desarrollar nuestra vida, sin carencia de servicios públicos y de oportunidades. Lo creo de verdad y no soy el único. Pero ¿qué podemos esperar de aquel que cuando se decidía si Teruel iba a mantener el decimocuarto diputado prefirió ausentarse y continuar con su precampaña electoral?