Hace casi dos meses que, por una situación personal que no viene el caso, me di cuenta de la carencia que tiene nuestra comarca de un transporte público regular y diario que atienda las necesidades de los habitantes de los pueblos. Un problema que he experimentado en primera persona en estos momentos pero que otras familias llevan tiempo reclamando.

Mal camino transitamos, nunca mejor dicho, si un derecho que todos deberíamos tener y que nos merecemos no podemos disfrutarlo en el medio rural. Ese del que todo el mundo habla en la actualidad, del que muy pocos conocen la realidad del día a día y sobre el que surgen muchos remedios en los despachos de las instituciones, siempre ubicadas en grandes ciudades.

¿Cómo podemos hacer atractivo vivir en un pequeño municipio si no atendemos correctamente las demandas del territorio? Con la distancia que hay para la prestación de algunos servicios, incluso para trabajar, visitar al médico o adquirir alimentos, la reclamación de un transporte público de calidad no es un capricho, es una necesidad.

Nunca podremos llegar a compararnos con una ciudad en lo que a los servicios hace referencia, pero tampoco puede ser tal la distancia entre los grandes municipios y los pueblos. Son muchos de los que carecemos, la mayoría de ellos esenciales, de esos que nos prometen constantemente pero que nunca llegan a ser una realidad. Estamos cansados de engaños y promesas incumplidas.

No pedimos universidades, cinco institutos y tres hospitales. Reclamamos únicamente lo que nos corresponde, lo básico y necesario, aquello que haga que no nos diferenciemos tanto de las grandes urbes. Y entre ello no puede faltar el transporte público que tantas carencias tiene en la actualidad y que tan poco importa a los responsables de solucionarlo.

José Miguel Celma. PP Torrecilla