El aumento de rebrotes que tanto nos preocupa ha vuelto a darle visibilidad a la irresponsabilidad colectiva que tanto daño nos está haciendo.

Si ante la primera oleada nos topamos con ejercicios de irresponsabilidad más o menos excepcionales aunque llamativos, ante estos nuevos brotes la irresponsabilidad se ha hecho norma y la cantidad de aglomeraciones, fiestas etc ha superado lo conocido hasta ahora, en una demostración palpable de mal uso de la libertad de movimientos que tanto añoramos durante el estado de alarma.

Ahora no podemos culpar a los políticos, por supuesto siguen sin dar ejemplo, pero la ciudadanía estamos haciendo todo lo contrario a lo que en su día reclamamos.

Eran momentos que exigían que cada uno de nosotros diéramos lo mejor de nosotros mismos, desprendiéndonos de cualquier atisbo de ego, en una labor por el bien común, por la salud general y hemos fallado y mucho.

Estamos a tiempo de rectificar, pero con sinceridad creo que no lo haremos, pues hemos demostrado que solo el denostado papá estado a base de multas nos hace aprender, que cierto aquello de la letra con sangre entra, afirmación que comienza a transformarse en intemporal.
Quisimos de manera precipitada salvar la campaña turística y probablemente nos hemos cargado también las siguientes temporadas. La economía ya de por sí renqueante, la vamos a deshacer sí la espiral continúa la tendencia.

No es tiempo de iluminados, ni de futurólogos de internet, ni de teorías de la conspiración. Es momento de escuchar a la comunidad científica y acatar sus recomendaciones, así de sencillo. Estamos quedando como sociedad en un muy bajo escalafón, ni decenas de miles de muertos salpicándonos en el rostro nos han hecho entrar en razón.

Pensaba que íbamos a tener otras prioridades, pero no, ni salud pública o educación, el ocio y la imagen más frívola de España se ha ido imponiendo, cuando aún vemos a día de hoy imágenes como las de las playas de Barcelona llenas por las noches de miles de borrachos inconscientes, creyéndose inmunes, jugando a ser dioses con la salud de todos.

Somos todos culpables, pero en distintos grados, porque al menos yo, no me reconozco en una discoteca en estas circunstancias, lo siento pero si no tenemos presente que la salud es más importante que cualquier otra cosa, es que no merecemos nada, es más si no hay personas que nos preocupan más que nosotros mismos, es que tampoco entendemos la vida lo más mínimo. Si no lo quieres hacer por ti, hazlo por tus allegados o tus seres queridos, tal vez tu no lo merezcas, pero ellos sí.

Aragón es uno de los epicentros de la enfermedad ¿Alguien con un mínimo de raciocinio considera que estamos preparados para afrontar con garantías lo peor de la enfermedad? Comportémonos, por favor, solo podemos salir de esto todos juntos.

Víctor Puch