Hace unos días, aluciné cuando mi padre me contó que mi bisabuela, ella sola, consiguió sacar adelante nueve hijos, algo impensable en los tiempos actuales, en los que a muchas familias les viene justo para poder mantener uno. Se supone que cada generación iba a vivir mejor que la anterior pero no es así. En un mundo repleto de avances y recursos, los mismos están destinados para unos pocos y no hacen más que fomentar la desigualdad. En la actualidad, los jóvenes necesitamos 40 años para poder pagarnos una casa y todo con un trabajo temporal. Pero claro, solo hay que mirar una nómina de hace 20 años y compararla con una actual y a la vez fijarnos en lo que ha subido la vida hasta día de hoy, así que mi pregunta es ¿A dónde va a parar el dinero? Pues a unos pocos. Esto, a mi parecer, se debe al sistema que nos gobierna. Estamos dirigidos por políticos mediocres que viven como ricos en su burbuja, aparentando que empatizan con nosotros, los terrenales, cuando no es así. La mayor parte de ellos, cuando llegan arriba, dejan de pensar en los de abajo porque han alcanzado otro estatus; un nivel adquisitivo que no deberían alcanzar a través de la actividad política. Ser político no debería ser un negocio; debería ser un trabajo con un salario cercano a la media, para que así conocieran las dificultades que atraviesan los españoles y abrieran sus miras hacia la mayoría. Los ciudadanos tenemos más similitudes que diferencias y son los políticos los que tratan de engañarnos con idearios de derecha e izquierda que solo conducen a enfrentamientos. Nos señalamos y culpamos cuando somos más iguales de lo que creemos o aparentamos. La diferencia real está frente a los gobernantes, que son nuestro principal problema ahora mismo.

Sergio Sanz – GANAR Híjar