Nadie dijo que fuera fácil. Cuando hace cuatro años más de cien mil personas acudimos a Madrid en la llamada de la Revuelta de la España vaciada para defender nuestros territorios y pueblos, llenamos las mochilas de autoestima e ilusión para hacer saber que somos muchos en esta lucha en la que a veces nos sentimos como un pequeño David frente al gigante Goliat.

Desde entonces caminamos unidos, conscientes de que levantamos algunas ampollas a nuestro paso, pero plenamente convencidos de que si no somos nosotros, los habitantes de las provincias de la España vaciada, los que tomamos las riendas de nuestro destino, nadie defenderá nuestra causa. En aquel día de la gran manifestación de Madrid, tomamos conciencia de que muchos territorios estamos juntos en esto, de que tenemos síntomas de una misma enfermedad contra la que nos rebelamos y de que unidos somos más fuertes para llegar a encontrar el remedio que necesitamos.

De aquel gran abrazo reparador de la España vaciada surgió una relación intensa sobre la base de que no debemos rendirnos, y así construimos juntos, pese a la pandemia, los kilómetros de distancia y las singularidades de cada provincia, un Modelo de Desarrollo para cambiar el destino de este país, para encaminar a nuestros territorios a un futuro. Desde las instituciones fuimos recibidos con cierta simpatía teñida de reticencia y es evidente que los partidos no se prestan a cambiar las cosas tan fácilmente.

Pero no hay que olvidar de dónde venimos, para saber a dónde vamos y cada pequeño avance que logramos, desde la reivindicación ciudadana o desde la representación política que ya ostentamos en Teruel o Soria, esconde tras de sí un cúmulo de trabajo, empeño y superación de obstáculos, así como mucha pedagogía para que los gobiernos entiendan que cambiar el modelo de desarrollo conlleva una implicación valiente en la que, sin lugar a dudas, deben salir de su zona de confort.

Han pasado cuatro años y no debemos perder ni un ápice de esa fuerza con la que llegamos el 31M a Madrid y, si bien es cierto que además de la ilusión la mochila lleva alguna que otra decepción, no podemos rendirnos. Esta lucha está destinada a extenderse en un medio y largo plazo, ya que somos realistas y cuesta mucho cambiar el rumbo de la dirección a la que íbamos, pero no cabe el abatimiento por el paso del tiempo, por la ignorancia o el descrédito hacia algunas de nuestras propuestas o por los ataques gratuitos que desde el ámbito político recibimos en algunos momentos.

El corazón de la España vaciada seguirá latiendo fuerte en el pecho de las gentes que estuvimos en Madrid y será el motor que guíe nuestro camino, porque lo que mueve nuestros pasos siempre ha sido, es y será la pasión por nuestros pueblos y provincias y aquí nos encontrarán para entendernos con todos aquellos que quieran luchar, de verdad, por su futuro.

Beatriz Martín. Senadora de Teruel Existe