Los datos de contagios siguen aumentando en todas las zonas sanitarias y tanto la atención primaria como el Hospital de Alcañiz están a niveles de saturación máximos, en nuestro caso al límite de ingresos covid con 40 hospitalizados covid. Resulta preocupante que el ejecutivo autonómico tenga ya previsto el traslado de pacientes no covid a la residencia del Santo Ángel en caso de necesidad, algo que, si todo sigue así, veremos en las próximas semanas. Los responsables sanitarios del Hospital hacen espacio donde no lo hay pero ya es difícil buscar más sitio. También faltan médicos y se están cancelando operaciones previstas. Resulta inadmisible que en esta situación de alerta máxima haya población incapaz de contenerse a la hora de reunirse en eventos sociales en los que se incumplen claramente las recomendaciones. No son la mayoría, pero una minoría basta para que las cifras se disparen y los brotes generen colapsos hospitalarios graves. Un ingreso covid ocupa una cama que otra persona necesita. Que nadie se olvide de que tenemos un hospital infradotado y en Zaragoza, donde se derivan los pacientes que deben ser ingresados en UCI, la situación es extremadamente grave ya. No hemos alcanzado aún la época de la gripe y nuestra población va a sufrir si no asumimos todos una responsabilidad colectiva que implica un autoconfinamiento de sentido común. No se trata de leer la letra pequeña del BOA para interpretar hasta dónde uno puede cumplir o no la norma. Como en todo, hecha la ley, hecha la trampa. Pero aquí hablamos de vidas, de salud y economía.

Es un secreto a voces que hay reuniones en viviendas cuando cierran las terrazas de los pocos bares que quedan abiertos; comidas que superan con creces las seis personas, o en las que se reúnen seis por la mañana, otros seis diferentes por la tarde, y otros tantos por la noche; empresas donde no se emplea la mascarilla; viajes de fines de semana de residentes fuera más que innecesarios; personas que se saltan la cuarentena; que llevan a sus hijos al colegio con fiebre…

Todos sabemos a estas alturas cuáles son los riesgos y cómo se contagia el covid. No hay capacidad de control policial ni sancionadora que pueda controlar esto. La mayoría está cumpliendo a rajatabla las medidas sanitarias y sufriendo económicamente con sacrificios enormes. No podemos permitir que las consecuencias del incumplimiento de unos pocos lastren el futuro de la mayoría. Estos días solo cabe exigir aplicar de forma individual en cada hogar y empresa las normas vigentes pero también las autoimpuestas siendo conscientes de las circunstancias precarias de nuestra infraestructura sanitaria, el perfil de nuestra población y la fragilidad de nuestra economía local.

Editorial