En la Unión Soviética, y en aplicación estricta del Comunismo ortodoxo, se pretendió acabar con el concepto de familia tradicional y determinar que los niños (y por tanto todo lo referente a ellos, sería incumbencia del Estado; y por tanto debían ser educados y formados por sus normas y creencias dictadas por el P.C. sin que los padres biológicos tuvieran nada que opinar. Autores como Aldous Huxley o George Orwell lo plasmaron -alucinados- en sus correspondientes obras de crítica de los totalitarismos de izquierda. Ese estado todopoderoso dirigido por el P. C. de la URSS fue bien parodiadlo en «Un mundo feliz» y «1984». Comenzaba en el área del marxismo la llamada «ingeniería social».
Ahora, con la teoría del género, se hace a un lado la determinación biológica de las personas, y se tiene en cuenta tan sólo la cultural.

Si el ser humano es producto de la evolución definida y estudiada por Darwin debemos considerarnos animales en su fase última de evolución, y por lo tanto no estaría mal, al hablar de género y sexo, en fijarnos en nuestros antecesores, los animales. Todos ellos desarrollan unos comportamientos regidos en el tiempo por lo que llamamos instinto. Pero los teóricos ingenieros sociales creadores de la teoría del género marginan al ser humano de ese concepto biológico, y lo consideramos prácticamente sin instinto, tan solo regido por la cultura desarrollada, que aunque sea muy importante en el ser humano no tiene porqué ser lo único a tener en cuenta al definir lo masculino y lo femenino, y sus variantes en el campo de la realidad. En la manera de ser y comportarse el ser humano cuentan, creo, tanto el sexo como el instinto (como en los animales) y también -debido a su evolución de funciones cerebrales- la cultura.

Dejar de considerar uno de los dos determinantes de la personalidad es lo que hace que la «teoría de género»- patrocinada y defendida por el nuevo feminismo- es lo que hace que muchos veamos en ella una mera construcción mental, una teoría, pero que no se acera a la realidad. Hay motivos históricos para explicar el papel social de la mujer como madre y cuidadora del hogar, sin tener que basarlo en una teoría de opresión y heteropatriarcado, de base marxista leninista. como lo era la pretensión de destrucción de la familia y el considerar a los hijos propiedad del Estado. Concepto que ha llegado, difuminado pero muy explícito, a la ministra Isabel Cela al defender su ley de educación.

Como mera «teoría mental» un gobierno -de no ser totalitario- no puede imponer a los ciudadanos su verdad, en este caso la «teoría de género». Por ahora se está gastando mucho dinero en difundirla y pretender implantarla como única explicación de las complejas cosas referentes al sexo, el deseo y sus variantes.

El otro personaje marginado en estas lides creo que es Sigmund Freud y toda su teoría del subconsciente. Rebasa mis conocimientos razonar esto, pero no estaría de más pensar y razonar antes que aplica totalitariamente, a base de decretos leyes e invertir dinero en propaganda, el pretender implantar «teorías» sobre asunto tan importante y complejo para los seres humanos.

Alejo Lorén