Esta Semana Santa va a ser diferente a cualquiera de las vividas por cualquiera de nosotros hasta dia de hoy, las circunstancias en las que estamos inmersos estos dias nos llevan a vivirla para nuestros adentros, en lo más profundo e íntimo de nuestro sentimiento por ella.

Este año las procesiones van por dentro, por dentro de todas esas personas que tienen el alma en vilo por la salud de los más cercanos, por dentro de los hijos que sufren por los padres y los padres que sufren por los hijos y por dentro de todos y cada uno de nosotros cuando sentimos como nuestras todas y cada una de esas víctimas que está causando este maldito virus.
La magnitud de esta epidemia ha provocado la interrupción de nuestro dia a dia, de nuestro trabajo o de nuestro ocío, nos ha confinado en nuestros hogares y amenaza nuestra moral con su paciencia y con su silencio.

En la Semana Santa de este año no solo se llevará una cruz, millones de personas van a llevar la suya, con responsabilidad, con fortaleza y con valor, y problablemente, cuando todos pensamos que no habría Semana Santa, más estamos viviéndola. Tanto en los momentos duros sumidos en la soledad, como en esos momentos en los que nos revelamos contra la adversidad y salimos a los balcones a decir que nada podrá con nosotros, que cada uno de nosotros somos un estandarte y que esta vez los tambores redoblarán por los nuestros y contra el miedo.

Este virus ha conseguido ponernos en jaque, pero también sacar lo mejor de nosotros, esa solidaridad con nuestras personas mayores que necesitan ayuda, esos ánimos en forma de aplausos que hacen que nos encontremos todos los dias a las ocho en el balcón con nuestros vecinos, y sobre todo, esa entrega y ese esfuerzo que hacen todas aquellas personas que trabajan para recobrar la normalidad, para atender a los afectados y para que se mantenga el orden dentro del caos en el estamos sumidos. Todos ellos son los verdaderos héroes de esta historia, los apóstoles de nuestra Semana Santa, desde el personal de limpieza, a los gremios que trabajan para garantizar los productos básicos de consumo, como todo el personal sanitario o las fuerzas de seguridad del Estado, todos ellos, arriesgando sus vidas, realizan el verdadero sacrificio de estos dias, el sacrificio que nos salvará a los demás.

Esta Semana Santa la vamos a recordar todos con el sentimiento que se merece, con el respeto a todos los valientes que están en primera línea, con el dolor de aquellos que no volveremos a ver y con la consciencia sobre lo que realmente importa, que suenen los tambores y bombos del Bajo Aragón.

Antonio Pérez – PAR Alcorisa