Estamos viviendo una de las peores situaciones tanto económica como social y qué decir en el aspecto sanitario. La pandemia de la covid-19 ha minado nuestros ánimos debido a los contagios, los ERES, ERTES, los cierres de negocios y los problemas que está causando a sectores como el turístico.

Pero, a pesar de todo ello, se puede vislumbrar un rayo de optimismo en nuestra zona del Bajo Aragón turolense y las Cuencas Mineras. Nuestras fortalezas son importantes y desde los poderes públicos tenemos que impulsar las actuaciones necesarias para poder revertir esta situación y garantizar el futuro de un territorio que dispone de numerosos recursos.

La Central Térmica de Andorra ha cerrado, pero para esos 17,3 hectómetros cúbicos de agua que va a dejar sin uso debemos renegociar su precio con la Confederación Hidrográfica del Ebro y negociar muy bien con el Ministerio de Agricultura para que puedan aprovecharse en el sector primario. Hay 15.000 hectáreas que pueden ser convertidas en regadío y eso es riqueza para la zona.

En el caso de la elevación de aguas a Andorra, la primera fase ya está hecha y vamos a por la segunda, pero es necesario propiciar que haya menos burocracia, más agilidad con estos proyectos. De hecho, tenemos gran cantidad de empresas que quieren invertir en nuestra zona, sobre todo de energías renovables, pero las trabas burocráticas están poniendo en peligro estas actuaciones.

Otras comunidades autónomas nos están adelantando y debemos ser ágiles. La Unión Europea ha apostado por las energías renovables y aquí nos tenemos que poner manos a la obra para agilizar los proyectos porque resulta vergonzoso que haya 1.300 expedientes en el INAGA sin tramitar.
Hay inversores en el sector industrial que apuestan por Espuña en Utrillas, por la almendra en Albalate del Arzobispo, la industria del reciclaje en Escucha, Forestalia en Andorra con los pellets. Son oportunidades que no podemos dejar pasar y donde los poderes públicos, gobiernos y entes de gestión, debemos ponerles la alfombra roja en vez de zancadillas.

Otros focos de desarrollo los encontramos en Motorland, donde hay que seguir apostado por el proyecto, pero luchando e intentando conseguir que entre capital privado para garantizar su viabilidad futura; o con el alabastro en el Bajo Martín. Allí somos los primeros productores mundiales, pero no cerramos el círculo. Se vende a granel y no se transforma, hay que incidir y hacer atractivo el negocio para la inversión de esas empresas que se dediquen a la transformación.

Disponemos de otros recursos, de arcillas, gres, piedra, tenemos los medios, pero hace falta creer en ellos y, además de apoyarlos económicamente, también respaldar estas iniciativas a la hora de acelerar los proyectos, con menor burocracia en la tramitación.

En cuanto al sector turístico, la provincia tiene un enorme potencial en turismo cultural, de naturaleza e histórico y patrimonial, son zonas y paisajes de ensueño en el Matarraña, el Bajo Aragón histórico, el Bajo Martín o Andorra. Debemos convertir nuestro turismo en una experiencia única, porque cada vez el turista es más exigente y, además de disfrutar de monumentos como la Colegiata de Alcañiz, quiere vivir una experiencia inolvidable.

Por ello, nos tenemos que reinventar ante una competencia salvaje, pero teniendo en cuenta que en nuestro Bajo Aragón tenemos todos los ingredientes para hacer de unos días de turismo una experiencia única.

Solo espero y deseo que entre todos hagamos de esta crisis una oportunidad porque para pesimismo y malas noticias ya tenemos el día a día, así que confío en nuestras gentes y en nuestras fortalezas para hacer una provincia de Teruel más fuerte y que crea en su futuro. Eso sí, desde el mundo político necesitamos agilidad, menos burocracia y más alfombras rojas. Como se suele decir, ayudar y no molestar.

Ramiro Domínguez – Vicepresidente Segundo de las Cortes de Aragón (Ciudadanos)