Pablo Casado, nuevo líder del Partido Popular con 37 años, no es una estrella fugaz surgida en el esplendor de un fogonazo de luz instantáneo. Tiene una larga experiencia política y conoce como pocos los problemas de este país, de su medio rural, de sus jóvenes y de todos aquellos que quieren tener un buen futuro en España porque aquí se les ofrecen posibilidades para desarrollar su vida. Es una persona con aire fresco, excelente comunicador fajado en las tertulias más ásperas e incómodas, y de ideas claras, algo de lo que se carece en exceso en el contexto político actual.

El pasado fin de semana el Partido Popular celebró un importante Congreso en el que decidimos y definimos el presente y el futuro no solo de nuestra formación, sino también de nuestro país. Una cita en la que renovamos el liderazgo y reafirmamos nuestros compromisos con la libertad, la persona, la familia, la honestidad y la unidad de España. Seguimos en el mismo lugar que siempre pero con mucha más fuerza si cabe para defender el mejor proyecto posible para los habitantes de este gran país.

Manuel Fraga, Antonio Hernández Mancha y José María Aznar cuentan desde ya con un nuevo acompañante en lo que a ex presidentes del Partido Popular hace referencia: Mariano Rajoy. A él le debemos dar las gracias más sinceras por cuatro décadas de extraordinaria labor de servicio público a todos los españoles, por haber sido capaz de sacar a un país casi en quiebra y situarlo a la cabeza del crecimiento y la creación de empleo. Con el esfuerzo de todos los españoles sí, pero con el liderazgo de un presidente que supo llevarnos por el camino correcto.

Ahora con Pablo Casado se abre una nueva etapa de ilusión y esperanza, con un cambio de personas y de formas, recuperando los ideales que nos han hecho grandes y útiles como formación política, y trabajando por el futuro más próspero para España. Esos son los retos que afronta el nuevo presidente y entre ceja y ceja solo esta afrontar los problemas que aparezcan por el camino para volver a llegar de nuevo al gobierno y dar estabilidad y confianza. Justo lo que ha perdido Pedro Sánchez en menos de dos meses al frente de la Presidencia.