El Gobierno de Aragón publicará hoy la orden por la que toda la comunidad autónoma pasa a la «nueva normalidad». Esto supone un esperado avance sobre todo para comarcas como el Bajo Aragón-Caspe, cuyas medidas de restricción en fase 2 desde hace más de dos meses han supuesto un importante perjuicio para este territorio durante todo el verano. Pese a las medidas decretadas, los contagios han seguido existiendo de forma constante, por lo que resulta evidente que el problema debe abordarse desde una perspectiva diferente que analice de forma más profunda las causas y el origen de los focos de contagio. La nueva normativa del Gobierno de Aragón viene dada sobre todo por el inicio del curso la semana que viene, que obligará a incorporarse a miles de alumnos y profesores a sus centros, movilizar las rutas escolares y un enorme dispositivo de personal educativo para el que no se realizan distinciones según comarcas, por lo que carecía de sentido seguir malentiendo restricciones. Si bien se controlarán y rastrearán los contagios, por ahora no hay brotes significativos sino casos puntuales.

El territorio se enfrenta a un terreno inexplorado en el que todos los colectivos que forman parte de nuestra construcción social deben poner de su parte para evitar daños más graves que ya hemos padecido anteriormente. La relajación de las medidas sanitarias tendrá unas tremendas consecuencias que nos afectarán durante meses, por lo que toda acción preventiva es poca. Los centros educativos del medio rural han demostrado que van a dar todo lo que esté en su mano para mantener la seguridad sin que esto afecte a la evolución educativa y madurativa de los niños. Sostener la presencialidad allá donde se pueda, mantener la dinamización social, la vida comercial y las rutinas básicas de nuestro día a día son claves para nuestra economía también.

Simplemente hay que mantener tres normas: mascarilla, distancia social e higiene de manos. Las instituciones políticas deben liderar la gestión de la pandemia, no toda la responsabilidad ha de descargarse en la sociedad, pero como ciudadanos tenemos la capacidad de acompañar la buena gestión y, sobre todo, salvar la ineficacia.

Editorial