Me entero al medio día de un sábado caluroso de la muerte de José Manuel Bonastre Landa. Su hermano Carlos ha colocado por Internet su esquela en Facebook, cómo solía hacer él con las de los caspolinos que se iban yendo de este ‘valle de lágrimas’. Estuve tentado escribir que me había sorprendido la noticia, pero no, la muerte nunca puede sorprender realmente, pues la llevamos con nosotros como punto final inevitable desde que nacemos. Y en el caso de Manuel, además, sabía desde hace años que estaba enfermo pues solía contarme sus frecuentes idas y venidas al Hospital. Con su carácter humorístico decía que no tenia pensado morirse entonces, que tenía firmado hasta los cien años.

Dos más joven que yo lo conozco desde la infancia, lo mismo que a su padre, comerciante, e incluso a su abuelo, que siempre vistió de calzón corto, del que le venía el apodo de El Obispo que llevaba con orgullo, tanto que cuando restauro la bella casa renacentista de la plaza de la Virgen la llamó ‘Palau del Bisve’, confundiendo así -le decía yo- a los turistas. Él, se reía.

En lo alto de esa casa, en la estancia de los arquillos, montó su biblioteca, con todos los libros que encontraba sobre Caspe, los caspolinos, y el Compromiso, que no eran pocos: «Alejo, si ves alguno en la Feria del Libro, tráemelo», me decía. Nieves, su mujer, estaba muy preocupada por esta continua adquisición de libros, pues a veces no se los vendían baratos. Pero Caspe era su pasión y el Compromiso «uno de los acontecimientos más grandes de la Historia».

Fue fundador de la Asociación de Amigos del Castillo del Compromiso, con la intención de lograr su reconstrucción. Para lograr mejor ese propósito se presentó en las listas del PAR, y, elegido concejal, puso como condición para apoyar a Teresa Francín que se comprometiera con el proceso de reconstrucción del Castillo. Gestionó igualmente el encargo de las nueve estatuas de los Compromisarios con el escultor bilbilitano Moreno Cutando. Ambas cosas logró a medias, pues la rehabilitación del Castillo inaugurada en 2012 sólo abarcó parte del mismo y nunca fue una reconstrucción. Él soñaba con ver estancias con chimeneas y tapices, torreones y almenas. Y sobre las estatuas, se quedaron en tres.

Coincido con el Obituario difundido en la Red por Amadeo Barceló en recordar que -como decía Manuel- «la recuperación del Castillo del Compromiso NO ha finalizado», para que cuando las circunstancias sean propicias se retome el proyecto y se actúe sobre la parte que quedó fuera en 2012.

Manuel tenía gran prevención hacia Alcañiz, municipio al que achacaba el origen de muchos de los males y atraso de Caspe. A mi me decía que no leía mis columnas «por estar en un periódico de Alcañiz».

Yo ahora quiero recordarle en LaCOMARCA, porque se lo merece como buena persona que amaba sobre todas las cosas a su pueblo. Discúlpame, Manuel, y descansa en paz.

Alejo Lorén. De cal y arena