El señor Casado, como buen bocachancla que demuestra ser cada vez que una idea le ronda por su cabeza, en lugar de pensar primero, él la suelta y a ver qué pasa. Una de sus últimas ocurrencias fue decir que la solución a la problemática de las pensiones consiste en derogar la Ley del aborto aprobada en 2010, volviendo a la ley supuestos de 1985, y así las mujeres con menos recursos dejarán de abortar y parirán más obreros de los que se aprovecharán los ricos liberales, ya que las féminas adineradas podrán pagarse una estancia en el extranjero donde les sacarán de apuros a golpe de talonario. Ninguna referencia a la creación de empleo de calidad, a la inversión en I+D+i, a la subida del salario mínimo, a mejoras en la conciliación de la vida familiar y laboral. De todo esto, nada. A grandes males, soluciones ridículas. Habría que recordarle al señor Casado que la ley del aborto actual reconoce un derecho de las mujeres, como así ocurre en la mayoría de los países europeos, esos a los que ellos hacen referencia como modelos cuando les interesa. Porque para criar hijos no es suficiente con concebirlos. Muchas mujeres renuncian o retrasan su maternidad por la cantidad de trabas que encuentran en su día a día. A los hijos hay que atenderlos, alimentarlos, vestirlos, y con salarios mínimos de 900 € (ese salario al que Partido Popular se opuso) y horas de trabajo interminables, es casi misión imposible plantearse la maternidad.

Para el próximo 8 de marzo hay convocada una Huelga feminista, siguiendo la estela de la del año pasado, precisamente por asuntos como éste. Y una, que ya empieza a estar harta de ser pedagógica tratando de explicar a quien no quiere entender, voy a volver a recordar las razones por las que las mujeres debemos seguir en pie de guerra: según datos del INE, el número de delitos contra la libertad sexual ejercida por hombres en el año 2017 fueron de 331, el de mujeres 1; los casos de violaciones en grupo contra las mujeres aumentan de manera aterradora, mientras que todavía queda por conocerse alguna agresión de este tipo perpetrada por mujeres; tampoco se conoce ningún caso de hombres que por su condición cobren menos que sus compañeras mujeres; todavía no he escuchado a ningún hombre decir eso de que «mi mujer me ayuda mucho en casa», y podríamos seguir así dando ejemplos que ocuparían un periódico entero.

Así que señor Casado y demás señoros, dejen de recortar nuestros derechos (Ley del aborto, Ley de Violencia de género) y pónganse a trabajar de verdad y a discurrir medidas nuevas y efectivas para solucionar los problemas de la gente.